HUGO CAMACHO
Sordo postlocutivo y mejor persona, ha sido varias cosas a lo
largo de su vida desde que se licenció en filología inglesa, entre ellas:
actor, traductor, diseñador, administrativo en un almacén de mercancías
peligrosas, militante en bandas de punk y parado de larga duración. Últimamente
se le ve escribiendo ficción especulativa y sus relatos han aparecido en
revistas como SuperSonic, Maelstrom o Acrocorinto y en
antologías como Ilustrofobia (Underbrain), La bruma (Escuela de
Fantasía) o Històries de les Terres Albes (Edicions SECC). También se
dedica a ser editor en Orciny Press, donde traduce y hace de todo. Ha sido
miembro del consejo editorial de la revista Catarsi y organiza eventos
relacionados con los géneros fantásticos, tanto virtuales como en el mundo
real. Ha escrito un libro de disparadores creativos titulado #EscribeYa,
y en 2016 ganó el premio Ictineu al mejor relato fantástico escrito en catalán.
Orciny
Press es una editorial mutante de ficción especulativa. En la colección Tar,
publico tanto a autores olvidados que considero que hay que rescatar como
nuevas voces que aportan algo distintivo y que se aleja de los cánones de los
géneros fantásticos. La colección Midian está dedicada al bizarro, que es el
equivalente literario a la sección de culto del videoclub. La colección Nunca
Jamás está dedicada a los libros ilustrados.
ENTREVISTA
IDR. ¿Cómo
nació Orciny Press? ¿Cuáles fueron sus inicios?
HC. Orciny Press nació en una
época en la que leí Fantasma y La casa de arenas movedizas. Vi que
nadie estaba traduciendo obras de bizarro, y como yo podía hacerlo... me lancé.
Empecé a trabajar en 2014, y en enero de 2015 aparecieron los dos primeros títulos:
El final del duelo de Alejandro Marcos Ortega y El espectroscopio del
alma de E. P. Mitchell.
IDR. ¿Y
los tuyos? ¿Cómo entraste en el mundo editorial? ¿Qué te motivó a meterte en la
boca del lobo?
HC. Estudié filología inglesa en
la universidad, pero no entré en el mundo editorial hasta que decidí montar mi
propio sello. ¿La motivación? Tener una serie de textos que me quemaban en las
manos y... bueno, como llevaba dos años en paro, necesitaba inventarme algo
para estar ocupado y tratar de ganarme la vida.
IDR. Hay
que ser muy valiente o muy temerario para abrir una editorial independiente hoy
en día, pero más si pensamos en ciencia ficción, terror y bizarro. ¿Por qué
precisamente esos géneros?
HC. Hoy en día hay que ser tonto o
estar desesperado para hacerse autónomo en este país, y yo creo que encajo en
las dos definiciones. En el caso de la edición... pues lo que he dicho, pero al
cuadrado. El problema es que lo haces por pasión, y la pasión hace que un tonto
desesperado salte sin red ni paracaídas.
El tema
de dedicarme a los géneros fantásticos es porque son los géneros con los que he
crecido, es lo que he mamado desde siempre y es de lo que conozco un poco. Y
específicamente el bizarro, porque cuando lo descubrí me pregunté ¿dónde has
estado toda mi vida? Y pensé que si alguien tenía que abrir camino en España,
tenía que ser yo. Otra vez por pasión.
IDR. ¿Cuál
sería vuestra filosofía? ¿Qué es lo que queréis provocar?
HC. Cuando pienso en Orciny Press
pienso en la resistencia cultural hecha desde las alcantarillas o desde las
trincheras, en una respuesta al mainstream y a la gentrificación de los géneros
fantásticos que se ha venido desarrollando desde hace un tiempo. Ahora todo el
mundo es friki, y eso está muy bien porque hay más gente predispuesta a leer
géneros fantásticos. Pero yo me sitúo por debajo de la superficie, así que mis
libros son para aquellos a los que les gusta rascar un poco. Lo que busco es
que la gente se sorprenda y descubra que con el fantástico se pueden hacer
muchas más cosas que las clásicas Space Opera, distopías, grimdark
o fantasía épica.
IDR. Entre
vuestras publicaciones, ¿cuál sería tu preferida? ¿Por qué motivo?
HC. Obviamente es muy difícil
elegir uno, porque mi libro favorito siempre es ese con el que estoy trabajando
en cada momento, pero siempre nombro Fantasma, de Laura Lee Bahr, porque
además de hacerme estallar los sesos dentro de la cabeza, fue el que me impulsó
a ponerme manos a la obra y luchar por conseguir editarlo.
IDR. ¿Qué
te motiva a apostar por un manuscrito? ¿Y qué te echa para atrás?
HC. Pues es una cuestión bastante
subjetiva, porque aparte de tener que estar en consonancia con la línea que
quiero llevar, me tiene que gustar y tengo que creer que se va a convertir en
mi próximo libro favorito.
Lo que
me echa para atrás es que trate temas que ya se han tratado, o que los he
tratado yo en mis relatos, o que la manera de tratarlos sea convencional.
IDR. Si
tuvieras que aconsejar a un autor que busca casa para su manuscrito, ¿qué le
dirías?
HC. Que lo revise una vez más
antes de enviarlo a ningún sitio, que se busque un lector cero más o menos
cualificado y que le dé su opinión sincera (nuestros amigos que nos quieren no
valen), que mire bien el catálogo de una editorial a ver si su obra puede
encajar, y sobre todo, que huya de las “editoriales” que te hacen pagar por
editar.
IDR. Uno
de las mayores dificultades en el mundo editorial es hacer llegar la obra al
lector, hacerla visible. ¿Cómo encaráis el tema de la promoción?
HC. Pues como buenamente podemos.
Las redes sociales son fundamentales, pero también lo son las ferias y las
presentaciones. Una editorial pequeña tiene que salir a la calle a pegarle con
el libro en la cabeza al lector potencial, porque a casa no van a venir a
comprarle los libros. Ahora, además, tengo quien me ayuda con temas de prensa,
así que intentaremos ofrecer algo diferente a los periodistas culturales y los
blogueros.
IDR. ¿Qué
papel dirías que juegan los canales tradicionales y las redes sociales en la
visibilidad y venta de las obras? ¿Y las librerías?
HC. El tema de los canales
tradicionales es peliagudo, porque durante mucho tiempo se ha descuidado el
fondo de las editoriales y hemos entrado en una vorágine en la que las
novedades ya no duran ni dos semanas en las mesas. Eso es fatal para la
promoción de cualquier libro, y para una editorial tan pequeña como la mía, una
locura. Para mí, los que de verdad venden mis libros son los libreros que se
toman la molestia de conocerlos y recomendarlos, y les dedican un espacio junto
al de otras editoriales independientes y pequeñas. Y las redes sociales también
son importantes porque te hacen llegar a gente a la que de otra manera no
llegarías.
IDR. ¿Crees
en eso que dicen de que el mundo editorial está en peligro de extinción?
HC. Absolutamente todo está en
peligro de extinción con la agonía del capitalismo neoliberal, que se está
devorando a sí mismo. Si cada vez hay menos trabajo y este está peor pagado,
todo lo que no sean bienes de primera necesidad pasan a un segundo plano en las
prioridades de la gente. Y los libros se están convirtiendo en objetos de lujo.
Pero también está pasando en otras industrias. Más que una crisis de lectores,
que también, creo que nos afecta este sistema de crisis perpetua para todo
aquel que no tenga un pastizal en el banco.
IDR. ¿Qué opinas sobre eso de que
la gente no lee, especialmente la juventud?
HC. Pues que sí y que no. Aquí
siempre se ha leído poco, pero el que es lector, lee mucho porque siempre saca
un ratito al día para pasar un par de páginas. Y la juventud... sí que lee,
pero a lo mejor está interesada en otros formatos. Hoy en día los adolescentes
van a una velocidad endiablada y los que somos de otra generación no sabemos ni
el color que tiene el bólido en el que van. Pero sí que leen, porque existen
fenómenos como Los juegos del hambre y el Young Adult en general.
IDR.
¿Quién te introdujo en la lectura?
HC. Mis padres. Siempre se
preocuparon porque leyera, pero es que ellos ya eran lectores, así que yo hacía
lo que veía en casa.
IDR. ¿Cuál
es el primer título que recuerdas que te marcara especialmente?
HC. Jim Botón y Lucas el maquinista de
Michael Ende.
IDR. Como
lector, ¿cuál es tu género preferido?
HC. El bizarro.
IDR. ¿Qué
eres más: lector o editor?
HC. Creo que lector, porque soy
capaz de dejar de lado el trabajo para poder leer un poco.
IDR. Como
lector: ¿qué te engancha y qué hace una obra "olvidable"?
HC. Pueden ser diferentes cosas:
el estilo del escritor, un ritmo determinado, que me despierte el sentido de la
maravilla, que me obligue a hacerme preguntas que nunca me había hecho... o que
simplemente me esté divirtiendo. Y el que una obra sea inolvidable... supongo
que es aquella que conecta con el momento vital por el que estoy pasando.
IDR. ¿Nos
recomiendas alguna de vuestras novedades?
HC. ¡Claro! Acabamos de sacar Hipermatrònic, l'hiperbreu que va sorgir de
l'espai profund, de Sergi G. Oset, que es un libro de microrrelatos
fantásticos en catalán llenos de intertextualidades y de referencias. Es la
primera vez que se hace un libro así en catalán y estoy muy orgulloso. Y para
cuando se publique esta entrevista supongo que ya habrá salido Bienvenidos al bizarro, una antología de
relatos de diferentes autores de ese género, que creo que puede servir para
hacerse una idea de todo lo que puede ofrecer, además de ser la lectura más
delirante que vas a tener en mucho tiempo.
IDR. ¿Qué
estás leyendo actualmente?
HC. El barbero y el superhombre, de
Colectivo Juan de Madre (Aristas Martínez), que es una absoluta maravilla.
IDR. ¿Nos
recomiendas un título?
HC. Homo Tenuis, de Francisco
Jota-Pérez y editado por Gasmask Editores. Es la primera obra filosófica en
español que trata el tema de la hiperstición y la relevancia cultural de los creepypastas
a partir del análisis del fenómeno del SlenderMan.
Reseña de La casa de arenas movedizas de Carlton Mellick III:
Isabel del Río
Febrero 2017