@IsabelDlRio / @miransaya

lunes, 6 de marzo de 2017

Entrevista a Hugo Camacho, editor de Orciny Press

HUGO CAMACHO
Sordo postlocutivo y mejor persona, ha sido varias cosas a lo largo de su vida desde que se licenció en filología inglesa, entre ellas: actor, traductor, diseñador, administrativo en un almacén de mercancías peligrosas, militante en bandas de punk y parado de larga duración. Últimamente se le ve escribiendo ficción especulativa y sus relatos han aparecido en revistas como SuperSonic, Maelstrom o Acrocorinto y en antologías como Ilustrofobia (Underbrain), La bruma (Escuela de Fantasía) o Històries de les Terres Albes (Edicions SECC). También se dedica a ser editor en Orciny Press, donde traduce y hace de todo. Ha sido miembro del consejo editorial de la revista Catarsi y organiza eventos relacionados con los géneros fantásticos, tanto virtuales como en el mundo real. Ha escrito un libro de disparadores creativos titulado #EscribeYa, y en 2016 ganó el premio Ictineu al mejor relato fantástico escrito en catalán.

Orciny Press es una editorial mutante de ficción especulativa. En la colección Tar, publico tanto a autores olvidados que considero que hay que rescatar como nuevas voces que aportan algo distintivo y que se aleja de los cánones de los géneros fantásticos. La colección Midian está dedicada al bizarro, que es el equivalente literario a la sección de culto del videoclub. La colección Nunca Jamás está dedicada a los libros ilustrados.

ENTREVISTA
IDR. ¿Cómo nació Orciny Press? ¿Cuáles fueron sus inicios?
HC. Orciny Press nació en una época en la que leí Fantasma y La casa de arenas movedizas. Vi que nadie estaba traduciendo obras de bizarro, y como yo podía hacerlo... me lancé. Empecé a trabajar en 2014, y en enero de 2015 aparecieron los dos primeros títulos: El final del duelo de Alejandro Marcos Ortega y El espectroscopio del alma de E. P. Mitchell.
IDR. ¿Y los tuyos? ¿Cómo entraste en el mundo editorial? ¿Qué te motivó a meterte en la boca del lobo?
HC. Estudié filología inglesa en la universidad, pero no entré en el mundo editorial hasta que decidí montar mi propio sello. ¿La motivación? Tener una serie de textos que me quemaban en las manos y... bueno, como llevaba dos años en paro, necesitaba inventarme algo para estar ocupado y tratar de ganarme la vida.
IDR. Hay que ser muy valiente o muy temerario para abrir una editorial independiente hoy en día, pero más si pensamos en ciencia ficción, terror y bizarro. ¿Por qué precisamente esos géneros?
HC. Hoy en día hay que ser tonto o estar desesperado para hacerse autónomo en este país, y yo creo que encajo en las dos definiciones. En el caso de la edición... pues lo que he dicho, pero al cuadrado. El problema es que lo haces por pasión, y la pasión hace que un tonto desesperado salte sin red ni paracaídas.
El tema de dedicarme a los géneros fantásticos es porque son los géneros con los que he crecido, es lo que he mamado desde siempre y es de lo que conozco un poco. Y específicamente el bizarro, porque cuando lo descubrí me pregunté ¿dónde has estado toda mi vida? Y pensé que si alguien tenía que abrir camino en España, tenía que ser yo. Otra vez por pasión.
IDR. ¿Cuál sería vuestra filosofía? ¿Qué es lo que queréis provocar?
HC. Cuando pienso en Orciny Press pienso en la resistencia cultural hecha desde las alcantarillas o desde las trincheras, en una respuesta al mainstream y a la gentrificación de los géneros fantásticos que se ha venido desarrollando desde hace un tiempo. Ahora todo el mundo es friki, y eso está muy bien porque hay más gente predispuesta a leer géneros fantásticos. Pero yo me sitúo por debajo de la superficie, así que mis libros son para aquellos a los que les gusta rascar un poco. Lo que busco es que la gente se sorprenda y descubra que con el fantástico se pueden hacer muchas más cosas que las clásicas Space Opera, distopías, grimdark o fantasía épica.
IDR. Entre vuestras publicaciones, ¿cuál sería tu preferida? ¿Por qué motivo?
HC. Obviamente es muy difícil elegir uno, porque mi libro favorito siempre es ese con el que estoy trabajando en cada momento, pero siempre nombro Fantasma, de Laura Lee Bahr, porque además de hacerme estallar los sesos dentro de la cabeza, fue el que me impulsó a ponerme manos a la obra y luchar por conseguir editarlo.
IDR. ¿Qué te motiva a apostar por un manuscrito? ¿Y qué te echa para atrás?
HC. Pues es una cuestión bastante subjetiva, porque aparte de tener que estar en consonancia con la línea que quiero llevar, me tiene que gustar y tengo que creer que se va a convertir en mi próximo libro favorito.
Lo que me echa para atrás es que trate temas que ya se han tratado, o que los he tratado yo en mis relatos, o que la manera de tratarlos sea convencional.
IDR. Si tuvieras que aconsejar a un autor que busca casa para su manuscrito, ¿qué le dirías?
HC. Que lo revise una vez más antes de enviarlo a ningún sitio, que se busque un lector cero más o menos cualificado y que le dé su opinión sincera (nuestros amigos que nos quieren no valen), que mire bien el catálogo de una editorial a ver si su obra puede encajar, y sobre todo, que huya de las “editoriales” que te hacen pagar por editar.

IDR. Uno de las mayores dificultades en el mundo editorial es hacer llegar la obra al lector, hacerla visible. ¿Cómo encaráis el tema de la promoción?
HC. Pues como buenamente podemos. Las redes sociales son fundamentales, pero también lo son las ferias y las presentaciones. Una editorial pequeña tiene que salir a la calle a pegarle con el libro en la cabeza al lector potencial, porque a casa no van a venir a comprarle los libros. Ahora, además, tengo quien me ayuda con temas de prensa, así que intentaremos ofrecer algo diferente a los periodistas culturales y los blogueros.
IDR. ¿Qué papel dirías que juegan los canales tradicionales y las redes sociales en la visibilidad y venta de las obras? ¿Y las librerías?
HC. El tema de los canales tradicionales es peliagudo, porque durante mucho tiempo se ha descuidado el fondo de las editoriales y hemos entrado en una vorágine en la que las novedades ya no duran ni dos semanas en las mesas. Eso es fatal para la promoción de cualquier libro, y para una editorial tan pequeña como la mía, una locura. Para mí, los que de verdad venden mis libros son los libreros que se toman la molestia de conocerlos y recomendarlos, y les dedican un espacio junto al de otras editoriales independientes y pequeñas. Y las redes sociales también son importantes porque te hacen llegar a gente a la que de otra manera no llegarías.
IDR. ¿Crees en eso que dicen de que el mundo editorial está en peligro de extinción?
HC. Absolutamente todo está en peligro de extinción con la agonía del capitalismo neoliberal, que se está devorando a sí mismo. Si cada vez hay menos trabajo y este está peor pagado, todo lo que no sean bienes de primera necesidad pasan a un segundo plano en las prioridades de la gente. Y los libros se están convirtiendo en objetos de lujo. Pero también está pasando en otras industrias. Más que una crisis de lectores, que también, creo que nos afecta este sistema de crisis perpetua para todo aquel que no tenga un pastizal en el banco.
IDR. ¿Qué opinas sobre eso de que la gente no lee, especialmente la juventud?
HC. Pues que sí y que no. Aquí siempre se ha leído poco, pero el que es lector, lee mucho porque siempre saca un ratito al día para pasar un par de páginas. Y la juventud... sí que lee, pero a lo mejor está interesada en otros formatos. Hoy en día los adolescentes van a una velocidad endiablada y los que somos de otra generación no sabemos ni el color que tiene el bólido en el que van. Pero sí que leen, porque existen fenómenos como Los juegos del hambre y el Young Adult en general.

IDR. ¿Quién te introdujo en la lectura?
HC. Mis padres. Siempre se preocuparon porque leyera, pero es que ellos ya eran lectores, así que yo hacía lo que veía en casa.
IDR. ¿Cuál es el primer título que recuerdas que te marcara especialmente?
HC. Jim Botón y Lucas el maquinista de Michael Ende.
IDR. Como lector, ¿cuál es tu género preferido?
HC. El bizarro. 
IDR. ¿Qué eres más: lector o editor?
HC. Creo que lector, porque soy capaz de dejar de lado el trabajo para poder leer un poco.
IDR. Como lector: ¿qué te engancha y qué hace una obra "olvidable"?
HC. Pueden ser diferentes cosas: el estilo del escritor, un ritmo determinado, que me despierte el sentido de la maravilla, que me obligue a hacerme preguntas que nunca me había hecho... o que simplemente me esté divirtiendo. Y el que una obra sea inolvidable... supongo que es aquella que conecta con el momento vital por el que estoy pasando.
IDR. ¿Nos recomiendas alguna de vuestras novedades?
HC. ¡Claro! Acabamos de sacar Hipermatrònic, l'hiperbreu que va sorgir de l'espai profund, de Sergi G. Oset, que es un libro de microrrelatos fantásticos en catalán llenos de intertextualidades y de referencias. Es la primera vez que se hace un libro así en catalán y estoy muy orgulloso. Y para cuando se publique esta entrevista supongo que ya habrá salido Bienvenidos al bizarro, una antología de relatos de diferentes autores de ese género, que creo que puede servir para hacerse una idea de todo lo que puede ofrecer, además de ser la lectura más delirante que vas a tener en mucho tiempo. 
IDR. ¿Qué estás leyendo actualmente?
HC. El barbero y el superhombre, de Colectivo Juan de Madre (Aristas Martínez), que es una absoluta maravilla.
IDR. ¿Nos recomiendas un título?
HC. Homo Tenuis, de Francisco Jota-Pérez y editado por Gasmask Editores. Es la primera obra filosófica en español que trata el tema de la hiperstición y la relevancia cultural de los creepypastas a partir del análisis del fenómeno del SlenderMan.


Reseña de La casa de arenas movedizas de Carlton Mellick III:

Isabel del Río

Febrero 2017

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