TÍTULO: Muñecas
de Papel
AUTORA: Griselda Martín
ILUSTRADORA: Miriam Calvís
EDITORIAL: Pan de Letras
Conocí a Griselda en una
de sus charlas sobre su libro de anécdotas médicas y me pareció tan divertido,
y ella tan encantadora, que seguimos en contacto desde entonces y no me pierdo
una de sus novedades. Por eso, en esta ocasión, y aprovechando el café con
autor en La Font de Mimir, en lugar de hacer una simple reseña prefiero
acompañarla con una breve entrevista a la autora.
El libro del que voy a
hablar con Griselda es Muñecas de Papel,
una antología intensa y realista sobre historias cotidianas protagonizadas por
mujeres. Sus personajes resultan tan cercanos que empatizamos de inmediato con
ellos, pues perfectamente podría ser nuestra historia o la de un conocido la
que leemos en cualquiera de sus páginas.
Con los relatos que
encontraremos en el libro reiremos, lloraremos, amaremos y odiaremos, pero por
encima de todo, escucharemos un mensaje alto y claro: no desperdicies tu vida,
sueña y disfruta, aprovecha cada momento y oportunidad porque podría ser el último.
Como guinda del pastel,
la antología cuenta con unas ilustraciones preciosas realizadas por Miriam,
hija de la autora, quién ha sabido captar a la perfección esa niña que hay en
todas nosotras y, al mismo tiempo, ese toque serio que podemos encontrar en los
cuentos de hadas clásicos.
Recomendado para los
amantes de las lecturas cortas y con fundamento, para viajes cortos y camas
cómodas, para hombres y mujeres.
Y sin dar más la lata, os
dejo con la entrevista con su autora:
I. ¿Cómo se te ocurrió
escribir una antología sobre historias cotidianas?
G. Me gusta el realismo
mágico y la ciencia ficción, pero también escribo sobre todo aquello que me
rodea. Desde pequeña me siento como una cámara que registra los comportamientos
de las personas con las que me cruzo, y retengo detalles y hechos que me han
impactado. En la cotidianidad hay mucha más magia de la que percibimos. El
escritor no inventa, aunque cree mundos distópicos. Mezcla recuerdos, sueños,
deseos, miedos…, los pasa por el tamiz de la ficción y construye historias.
I. ¿De dónde sale la idea
de las ilustraciones y el título?
G. Este libro lo he
estado gestando durante años junto a mi hija Miriam, la ilustradora de la
antología. Cuando yo era una niña solo existían muñecos de goma con forma de bebé,
para que las niñas nos preparáramos para ser madres. He tenido tres hijos y
estoy muy orgullosa de mi maternidad, pero no soy solo madre, soy muchas más
cosas. De pequeña sentía lo mismo, sin ser consciente, y deseaba fantasear,
crear, por ello dibujaba las muñecas que me eran precisas para los juegos.
Tenía hombres, mujeres, niños…, y con ellos podía crear historias. Miriam es
experta en la ilustración de muñecas y hemos unido fuerzas. Era una asignatura
pendiente.
I. En el café con autor
comentaste que las protagonistas son mujeres, pero que perfectamente podrían
ser hombres. ¿Crees que, a pesar de las diferencias que nos imponemos
culturalmente, el hombre y la mujer tenemos los mismos miedos y sueños? ¿Las
mismas capacidades y debilidades? ¿Crees en eso de que la mujer es de Venus y
el hombre es de Marte, o eres más terrícola?
G. Me dijo un hombre que “Muñecas
de papel” era un libro feminista. Supongo que lo pensó al ver que las
protagonistas eran mujeres. Cuando lo leyó, rectificó. Aun así, me parece
perfecto que lo sea, ya que entiendo el feminismo como una igualdad de derechos
entre ambos sexos, hecho que es obvio. Ese comentario me provoco poner en
práctica el ejercicio de imaginar que cada protagonista era un hombre y
comprobé que era totalmente verosímil. Por supuesto que pienso que hombres y
mujeres tenemos los mismos miedos, sueños y habilidades. Entre mujeres pueden existir
diferencias abismales y, en cambio, te puedes sentir emocionalmente muy cerca
de un hombre. ¿Qué la mujer viene de Venus y el hombre de Marte? Pues no, ambos
géneros somos terrícolas y hemos de caminar juntos en un planeta que parece
haberse vuelto loco. Por suerte los roles se van diluyendo y espero que no
retrocedamos. A los hombres no les da vergüenza demostrar sus emociones y las
mujeres sueñan con un futuro que no tiene por qué ser únicamente el de una
buena y abnegada esposa ama de su casa (que puede ser una opción). Aunque tal
como van las cosas, parece ser que nos están robando el presente y el futuro a
unos y a otros. Tal vez nos hayamos de exiliar todos a Ganimedes.
I. Personajes femeninos y
sin nombre, ¿por qué?
G. Cada libro es un
mundo. A veces acabas una novela y el título surge al final. En este caso mi
hija y yo decidimos escribir “Muñecas de papel” y, por coherencia, las
protagonistas tenían que ser mujeres. No ponerles nombre ha sido un juego y
también el deseo de reflejar que no somos tan diferentes. Dudamos, soñamos,
deseamos huir, lloramos antes las pérdidas, a veces nos sentimos absurdas,
¿deseos de matar? Este hecho lo dejo con interrogante. Solo tiene nombre el
primer microrelato que encabeza el libro: Eva, el símbolo de la primera mujer,
una Eva bastante diferente a la que todos llevamos en la mente.
I. ¿Cuál es tu relato
preferido de todo el libro? (El mío es “La mujer que tenía frío”)
G. Cada relato significa
algo para mí. Casi recuerdo el día en que los escribí y sobre todo las
emociones que experimenté con cada párrafo. Con algunos he reído, con otros he
llorado. No puedo escoger. Aunque “La mujer que tenía frío” creo que consigue
el sueño de muchas mujeres y…hombres.
I. En las historias
sugieres en lugar de contar abiertamente. Comentaste en el café con autor que
la lectura es un ejercicio. ¿Qué querías decir?
G. Tuve un profesor que
me dijo: escribe lo que te gustaría leer. No me gustan las novelas que
describen hasta la saciedad, que te explican la ropa del personaje, su manera
de actuar, que describen el paisaje hasta el más nimio detalle, para ello
prefiero ver una película.
Leer es un placer y un ejercicio,
también es un viaje en el que tú vas descubriendo. No me gusta que el escritor
se convierta en el protagonista, aunque sea a través del narrador. Como lectora
me gusta detectar el enigma, sentir y pensar, por ello al escribir sugiero,
intento mostrar y que sea el lector quien imagine y haga suya la historia. Si
de lo cotidiano, de lo particular consigues la universalidad, creo que has
conseguido que se te etiquete de escritor. Y en ello estoy.
I. Un pensador de
filosofía estética decía que la obra artística no termina en las manos del
autor, sino que continúa con aquellos que la sienten y contemplan. ¿Qué opinas tú?
G. Estoy totalmente de
acuerdo. Escribes porque te gusta. No entiendo a esos escritores que sufren
mientras escriben. Pero el sumun de la literatura es cuando tus escritos pasan
al lector y los hace suyos. A través de comentarios de lectores he
redescubierto muchas ideas y sensaciones de las que no había sido consciente
mientras escribía. Otras veces me han sorprendido con detalles que han sido
interpretados según sus vivencias. Me parece ideal. Por ello decía antes que
leer es un ejercicio en el que a veces te descubres entre líneas que ha escrito
un extraño.
I. La ilustradora del
libro es tu hija, ¿cómo ha sido trabajar con ella?
G. Ha sido una
experiencia maravillosa. Hemos unido los sentimientos y el trabajo de dos
generaciones para crear. Un libro es como un hijo, sale a la luz y luego vuela
libre. Parir con tu hija es impactante. Pensamos repetir.
I. La idea que me ha quedado
después de leer el libro es que, por muy mayores que seamos, siempre
conservamos esa niña (o niño) en nuestro interior y que hemos de perseguir
nuestros sueños, dejar de dar vueltas. ¿Qué es lo que intentabas transmitir con
la antología?
G. Has definido a la
perfección la esencia del libro. Por desgracia, muchas veces se arrincona, se
amordaza a esa niña o niño que siempre nos acompaña. El niño juega, vive el
presente, no se oculta con capas de falsa dignidad y, normalmente, dice lo que
piensa. El momento en que dejas de soñar, de disfrutar con las pequeñas cosas,
solo piensas en lo políticamente correcto y obvias el presente has matado al niño y pierdes tu identidad.
Nuestras “Muñecas” aunque tengan una apariencia frágil son mujeres luchadoras,
que por muchas zancadillas que les ponga siempre actúan. Unas veces salen
airosa y otras caen en el abismo, como nos pasa en la vida que existe más allá
de los libros…
I. ¿Por qué escribes?
G. Escribo porque
disfruto. El día que me aburra escribiendo lo dejaré. Creo que escribo porque
me duele el olvido. Cuando una historia pasa al papel es como alargarle la
vida, pasa a otro nivel de existencia. Tal vez por lo mismo me hice médico. Olvidar
es morir. Como médico intento luchar contra la muerte, como escritora lo hago
contra el olvido.
También escribo porque
soy una adicta. Cuando un personaje o una idea se me mete en la cabeza, va
tomando forma, los capítulos se van generando en mi mente y si no plasmo todo
ello en el papel me siento intranquila.
I. ¿Tienes alguna
metodología a la hora de escribir?
G. Cada libro es
distinto. Mi primera novela “Mujeres en la sombra” la tuve en el pensamiento
durante años. Incluso los capítulos los tenía claros antes de pasarlos al papel.
Hubo un momento en que sentí la necesidad de ponerme delante del ordenador y me
puse a escribir… poseída.
Normalmente dejo que las
ideas vengan solas, escribo con el pensamiento, por ello a veces me pierdo por
la calle o me paso la parada del metro, estoy imaginando escenas, diálogos…
Cuando me pongo a escribir ya sé lo que quiero y suelo tener claro el final,
pero a menudo cuando me adentro en la trama me doy cuenta de que he de tomar otro rumbo y cambio
el desenlace. Trabajo con un mapa esbozado, pero sobre todo con brújula.
I. ¿Utilizas guión?
G. Esbozo un guión, pero
me lo suelo saltar. La única novela que he escrito con guión previo y muy
trabajado es porque en realidad la escribí como guión de cine. Me di cuenta que
esa técnica no me gustaba, me sentía asfixiada, demasiado encorsetada, y la
pasé a novela. Estoy con el desenlace.
I. ¿De dónde sacas tu
inspiración?
G. Las ideas las saco de
la calle, de las personas que me rodean, de la vida…, pero cuando me pongo
delante de la pantalla es cuando la idea se dilata, se convierte en un mundo
extenso que hay que narrar.
He de confesar que algún
relato y capítulos de novelas han nacido de los sueños. De esos sueños que a
veces tienes la suerte de recordar, sueños en color, con sensaciones intensas.
Me atrevería a decir que en algunos he percibido hasta aromas.
I. ¿Cómo ha sido tu
experiencia en el mundo editorial? ¿Con qué te quedarías y qué eliminarías?
G. He sufrido como una
bellaca. Es más difícil publicar con una buena editorial que escribir. No es
tiempo para la lírica. Aun así me siento afortunada porque voy publicando (no
todo lo que desearía). Tengo en casa cuatro novelas por editar y tantas ideas
que me van a obligar a vivir más de cien años…
Me quedo con todo lo
vivido. Cada libro, te abre puertas y te lleva a tener experiencias curiosas y
a conocer personas interesantes.
Sobre lo negativo,
tampoco eliminaría nada. Dicen que con las malas experiencias se aprende y creo
que es cierto. O sea, que me quedo con todo.
I. ¿Qué es lo que más te
gusta de tu experiencia como escritora?
G. Me gusta escribir y
cuando un lector me dice que con mis libros ha disfrutado, ha sentido, que le
he ayudado…, pues ya me siento en la gloria. Esos comentarios tímidos y
sinceros de una persona que te dice que se ha leído tu libro seis veces y te da
las gracias es la mayor recompensa.
Cuando vi mi primer libro
en una biblioteca fue una sensación brutal. Que mis personajes y sus historias
formaran parte de ese mundo mágico que contiene millones de horas convertidas
en palabras, me hizo experimentar una sensación que no puedo calificar. Yo
marcharé, pensé, pero mis personajes seguirán existiendo. Puede que sea un
absurdo, pero me gusta el absurdo. Y así lo sentí. No suelo esconder lo que
siento. O lo digo o lo escribo.
I. ¿Nos recomiendas una
lectura?
G. “Nunca me abandones”
de Kazuo Ishiguro.
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