@IsabelDlRio / @miransaya

lunes, 27 de junio de 2016

Reseña "Donde respiran las piedras" de Lucía Boronat Brisa

TÍTULO: Donde respiran las piedras
AUTOR: Lucía Boronat Brisa
EDITORIAL: Arola Editors

SINOPSIS
Dos niñas y un muchacho de Canejan desaparecen y catorce días más tarde las pequeñas se sorprenden ante el revuelo que origina su regreso, pues no parecen conscientes de las dos semanas transcurridas. Los apenas cien vecinos del pueblo aranés reciben con estupefacción a las niñas que aseguran haber pasado la tarde en compañía de su amigo: De Daniel, sin embargo, no hay ni rastro. Una reportera donostiarra en paro, Iratxe, recibe un correo anónimo sobre el suceso y, seducida se traslada al Valle de Arán creyendo que hallará el argumento de una buena historia con la que escapar de la suya. Pero lo que se plantea como una inocente aventura expiatoria resulta una auténtica pesadilla hacia el interior desde que entabla relación con un viejo que asegura ser Daniel. Iratxe tendrá que asumir una realidad tan inaudita como macabra entre habladurías y supersticiones, cargadas de espejismos.
Una subyugante historia en la que Lucía Boronat te hace sentir la maldad sin intermediarios, en toda su pureza y esencia.

OPINIÓN 
Empujada por la recomendación de mis compis en el Club de Lectura de La Font de Mimir, y con la insistencia de una lectora que se vio muy afectada por la trama y los personajes, acabo de poner punto y final a Donde respiran las piedras de Lucía Boronat Brisa. 
No conocía la editorial ni a la autora, pero ya han captado mi atención. 

“Tú también eres mala y todavía no te has dado cuenta”.

Aviso, se trata de una historia dura y realista. Lo que empieza como la extraña historia de la desaparición de unos niños y de un pueblo embrujado, se convierte página a página en una crónica de maldad, sin importar edad, género o  condición.
“(…) pasó su lengua rosa de niña por el vidrio y luego esbozó una sonrisa cargada de sensualidad. Yo pensé que mi corazón no soportaría aquella presión”.
Una historia que me ha secuestrado, pues desde que inicié su lectura no he podido abandonarla y, cuando no estaba con el libro entre las manos, daba vueltas a ciertos momentos y frases.
“Creo que envejecí de golpe el día en que conocí a Aurora. No me refiero a su furtiva visita en el hostal sino al día siguiente, cuando me ofreció su casa y me abrió su corazón. Su aspecto de prematura senilidad me agarró con fuerza, me invadió sin compasión. Conocer a Aurora resultó algo parecido al contagio de una enfermedad”.
Algunos puntos de la resolución vamos presintiéndolos según se aproximan, aunque no el final propiamente dicho. La novela exuda la verdad para aquel que quiere interpretarla, pues es una de esas historias que juega con lo que deseamos y no deseamos ver. 
“Mis padres ausentes, mis padres siempre ocupados entre tules y largas colas de seda: ese es el motivo por el que mi hermana tuvo que asumir a la fuerza responsabilidades que no le correspondían”.
La protagonista es una periodista venida a menos. Tras su divorcio, pierde el trabajo y se deja consumir por la desidia. En el mundo tiene sólo a su hermana y sus sobrinos, pero su cuñado no la tiene en mucha estima, por lo que se mantiene alejada. Sola. Esa es la imagen que nos ofrece la autora, una instantánea que se irá distorsionando según pasen las páginas. 
“Lo cierto es que nunca he sabido mantener las amistades. Siempre he antepuesto mis intereses a las necesidades de los demás, por eso estoy sola”.
Una mañana encuentra el recorte de una noticia antigua en su buzón: tres pequeños desaparecieron en el pueblo de Canejan hace años, dos niñas y un niño, y 48h después las niñas regresaron como si nada hubiera sucedido. El niño nunca apareció. 
“Un escalofrío recorrió mi nuca. Era la mirada de las niñas: sus ojos me perseguían allí donde me encontrara. Pero lo más turbador no era esa particularidad, sino la expresión de las pequeñas, que no concordaba en absoluto con su edad”.
La protagonista decide aceptar el desafío y adentrarse en la historia de horror que se esconde en la aldea.
“Llegué a la conclusión de que el valle de Arán abundaba en historias sobre brujería y fábulas siniestras. La mayoría de libros y guías turísticas revelaban un estrecho vínculo del lugar con el ocultismo. Ello me atraía y me repugnaba al mismo tiempo”.
¿Qué sucedió en aquella tarde de juegos? ¿Dónde está Daniel? ¿Y por qué las niñas tienen esa mirada vieja y vacía? ¿Por qué infunden temor y el pueblo parece bajo el influjo en un ente maligno?
“Había en tus ojos una fuerza poderosa y sobrenatural. Me asuste muchísimo. Era como si de repente te hubieras transformado en un ser espantoso, espeluznante. Pasaste de ser una niña preciosa a ser un monstruo, un engendro terrorífico que rebasaba los límites de la normalidad”.
Una historia que no deja indiferente y puede revolver las tripas y/o la conciencia de algunos.
“Recordé mis fiestas de cumpleaños, tan forzadas, carentes de ruido, de alegría: fiestas engorrosas y comprometidas, a las que eran invitados tres o cuatro niños cuyos nombres desconocía, y que acaban jugando entre ellos, mientras yo los observaba sentada en el sofá de mi casa”.
Recomendada a lectores de misterio, terror, thriller y novela psicológica. No apta para lectores jóvenes o para aquellos que hayan sufrido una mala infancia. 

Isabel del Río

Mayo 2016