@IsabelDlRio / @miransaya

domingo, 15 de enero de 2012

Astrid, capítulo 64: Comida “tipical catalan”



Sábado, 11 de octubre de 2008
En Barcelona

Comida en familia. Tío Bernard se ha esmerado en preparar un típico almuerzo catalán: butifarra amb mongetes, pa amb tomàquet, cansalada, bolets, patates al caliu, amanida y escalibada. El vino tinto corona la mesa junto con el agua que me está destinada.
Ernesto me ayuda a poner la mesa. Mientras tanto me pregunta cómo me van las clases y si no me duele la cabeza por el golpe. Le explico que he tenido una mala temporada, pero que gracias a una amiga estoy recuperando el tiempo perdido. Sobre las secuelas del accidente, no son más que eso, están sanando.
Mario se pasea del salón a la cocina, intentando evitarme sin que lo note nadie, tío Bernard y el viejo oso ni se enteran, pero a mí no me puede engañar, supongo que empieza a arrepentirse de haberse acercado a mí, al fin y al cabo, todos los adultos lo hacen, ¿no?
Nos sentamos. Ernesto ríe hablando maravillas de un restaurante al que le llevó hace años el abuelo, tío Bernard también lo recuerda y explican anécdotas de visitas pasadas y caminatas por el campo buscando robellons. Después hablan del vino, una buena elección, dicen, y Ernesto alaba a tío Bernard por la comida.
Mario está callado, demasiado callado, ¿no se da cuenta de que así va a llamar la atención? Quizá no está acostumbrado a esto, a guardar un secreto que podría romper la realidad conocida, quizá necesita un poco de ayuda.
—El otro día Mario me hablo de El Principito, ese libro que me regalaste, ¿recuerdas? —digo cambiando de tema y dejando el gastronómico de lado —. Por lo visto es uno de sus preferidos, y me han entrado más ganas aún de leerlo.
Me disculpo por no haberlo hecho antes, lo había prometido, pero admito que últimamente he estado algo rara, quizá por la noticia de mi futuro hermanito, y que había dejado demasiadas cosas importantes de lado, que todo va a cambiar.
Arreglado. Tío Bernard y Ernesto se miran satisfechos. Es exactamente lo que querían oír. Una mirada de aprobación va en dirección al silencioso Mario.
Me excuso y voy al baño. Cuando cierro la puerta ellos empiezan a hablar en susurros. Al volver, regresan al tema culinario.

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