@IsabelDlRio / @miransaya

jueves, 24 de octubre de 2024

Reseña de "La piedra de la locura", Benjamín Labatut (Anagrama) en Windumanoth

Deseaba leer La piedra de la locura, de Benjamín Labatut desde que llegó a librerías en 2021 de mano de Cuadernos Anagrama. Me había fascinado Un verdor terrible, del mismo autor, y tenía ganas de leer su visión sobre el mundo que habitamos, o en el que creemos transitar nuestra existencia.

«Necesitamos tejer nuevas historias con las ruinas y escombros que dejó el colapso de las grandes narrativas, arrasadas por el imparable ascenso de lo nuevo.»

El ensayo que tenemos entre manos trata sobre nuestra comprensión de aquello que nos rodea y de cómo los avances de la ciencia y de la tecnología, junto con la infoxicación y la hiperconexión, han generado un estado alterado, de locura y falta de sentido, sin narrativas que den coherencia a nuestra existencia, desprovistos de pilares para una realidad que, cuanto más se supone sabemos sobre ella, más inaprensible nos resulta.

«El caos parece sugerir que hay algo en la esencia misma de las cosas que escapa a nuestro alcance, sin importar qué tan lejos miremos hacia el futuro, ni cuán poderosa se vuelva nuestra mirada.»

Lógicamente, después de leer Maniac la necesidad de leer el ensayo se multiplicó de forma exponencial y al final logré hacerme con él.

El librito tiene apenas 80 páginas y se divide en dos partes. Si bien es cierto que la primera me ha obligado a tomar notas como una posesa, la segunda, pese a entender a dónde querían llevarme las reflexiones del autor, no me ha causado la misma impresión.

El resumen extraído de las lecciones de H.P. Lovecraft y Philip K. Dick no tiene desperdicio: «a veces volverse loco es una respuesta adecuada a la realidad, que la verdad y la locura pueden ser síntomas de la misma enfermedad y que el precio que pagamos por el conocimiento es la pérdida de la comprensión.»

Bienvenida sea la locura, pues. Abramos los ojos a las posibilidades, fluyamos sin poder aprehender aquello que nos muestran. O cerrémoslos para abandonarnos a la apacible armonía de la ignorancia.

 

Reseña en la revista Windumanoth  



 


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