@IsabelDlRio / @miransaya

lunes, 13 de junio de 2016

Reseña “El Diablo en cada esquina” de Jordi Ledesma

TÍTULO: El Diablo en cada esquina
AUTOR: Jordi Ledesma
EDITORIAL: Alrevés


SINOPSIS
Esteban siempre tuvo una vida cómoda, jamás le faltó de nada, hasta que su familia le dio la espalda y la suerte cambió de bando.
Jorge Solís nunca fue un buen policía, aun así no le costó ascender, y con él ascendieron sus tácticas de sobresueldo.
Humberta quiso dejarse atrás a sí misma, huir de su propio ser. En el afán se convirtió en Dulce.
Santi no tuvo una infancia fácil. En el ejército encontró su vocación. No tardó en entender sus posibilidades al servicio del crimen organizado.
Cuatro historias independientes se entremezclan para urdir una novela negra, muy negra. Un relato de ritmo súbito, sin intermediarios. Y en el que iremos recogiendo las decisiones temerosas de cada personaje mientras se enfrenta a su verdad y a las mentiras de los demás.
Un niño de papá con problemas de adicción. Un intendente de policía infame y corrupto. Una puta con un botín extraviado, mucha codicia y un pasado asfixiante. Y un exmilitar que trabaja para la mafia. Los cuatro serán satélites de los mismos miedos: un cerebro malhechor. Un hampón canalla. Un mercader de arte. Y toda la capacidad inhumana del criminal más peligroso del país.
Un texto sin respiro, ni tiempo de reacción. Cada capítulo rompe límites e integra casualidades, conecta personas y ánimo de lucro ligando una trama coral que nos hará preguntarnos si: ¿es el infierno, diferente del mundo en que vivimos?

OPINIÓN
Tras leer El Diablo en cada esquina me declaro fan de Jordi Ledesma.
“Hay adictos, perturbados y una maraña de vidas vacías, como los corazones que habitan. En cada equina hay un camello con bolsas de cuatro micras”.
Los que me conocéis podéis pensar que se trata de la truculencia de la obra, casi morbosa en algunos pasajes, lo que me ha cautivado, y, a pesar de que estos detalles le suman puntos, es la intensa crítica social desde el punto de vista del criminal, del que está metido literalmente en la mierda, lo que me ha fascinado.
“Ante tal panorama, no tardó en pillarse los dedos, siempre se metía más de la cuenta, siempre gastaba más de lo que tenía, lo que le obligaba a recurrir a chanchullos de camello vulgar; racaneaba, timaba, cortaba, y al final, con una tapaba la otra”.
Se trata de una novela de género criminal en la que distintos personajes, en apariencia sin conexión alguna, van cayendo en las redes del Diablo.
“El viejo Mariscal capta almas extraviadas. (…) el chico subsiste trapicheando, engullido por una ciudad con un hambre feroz y que se nutre de aquellos a los que no les importa ser comidos”.


Ledesma juega bien sus cartas y nos mete de lleno en los suburbios de la especie humana, esos callejones que desearíamos ignorar pero que en realidad están ahí, al girar la esquina.
“Los pasos adyacentes expelen todo tipo de espíritus desviados, curiosos, perdidos. Más allá, hay un nido de enfermos, tramado a los pies de un bloque en el que todos saben que se vende caballo. Aún quedan yonquis en Barcelona, y no hay que ir lejos para verlos”.
Desde el inicio, al ir conociendo a los personajes, pues el autor nos muestra la vida y el recorrido de cada uno, pensaba en la simbología arquetípica de cada uno de ellos, imágenes a las que Ledesma echa mano al final de la obra para presentar una escena grotesca, sacada del mismo infierno, con un protagonista diabólico que va más allá de la maldad humana.
“Suburbios expandidos convertidos en uno solo. Enjambres de infortunio, bloques laberínticos y picardía. Matriz de delincuencia que, por camadas, pare a criminales, traficantes y pistoleros. Eso es el Valle de Aburrá, la patria de miles de mujeres que viajan a EE.UU. y Europa a putear”.
Aunque el lector puede juzgar que todos acaban recibiendo su merecido, también siente lástima por algunos de ellos, que se ven arrastrados por las circunstancias hasta una situación insostenible.
“El no ver nada le agudiza el resto de sensibilidades, siente ruidos siniestros que susurran próximos a sus oídos, a cada cual más cercano y difusos entre la sordera provocada por los tiros, y que proyecta zumbidos más allá de sus tímpanos. Por las narices percibe el olor a miasma de la entraña terrestre que acude en busca de las vidas que acaba de adquirir”.
Jordi Ledesma nos ofrece una novela coral con páginas trepidantes y cargadas de ironía, violencia, sadismo y sexo, que nos obligan a ver el reflejo de esa sombra alargada en nuestra ciudad.
“Son polvo en el aire. Son la noche. Y la hora llega cuando llega. Suyo es cada instante y cada sensación, y algunas, por absurdas que parezcan, serán inolvidables”.
Diálogos punzantes y descripciones que mezclan poesía y escenas propias de un film oscuro y negro.
“Miedo sin sinónimos, ni adjetivos. Miedo de verdad, de ese que se mete en el sueño y en la comida. De ese que hace dudar incluso durante la rutina”.
Recomendada a los lectores de Novela Negra, Thriller y Psicothriller, pero también a aquellos que quieren asomarse al infierno sin quemarse las cejas.

Isabel del Río

Mayo 2016

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