Pero entonces Isabel del Río desplegó todas sus artes literarias para
llevarme a un viaje entre el pasado y el presente, las realidades
alternativas y los recuerdos borrosos y ramificados (ajenos que se
sienten como propios o propios que se sienten como ajenos).
Y es
que Madre es una obra arriesgada y ni mucho menos se limita a una sola
interpretación. Precisamente ahí reside su valor literario.
una novela exigente, claustrofóbica y, pese a todo, hermosa, de las de reflexionar línea a línea.
La locura os habla desde las letras, ¿escucháis al cuentista? La demencia pica a los pórticos de vuestra conciencia. Abridlos, no temáis. Os mostrará aquello que, invisible, os acuna, lo que sólo una pequeña lunática puede percibir.
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