viernes, 23 de agosto de 2019

Arrocería recomendada - Relato erótico


Hace unos días, en un restaurante con una amiga, ya pasadas de vueltas tras una botella de vino tinto, descubrí que tenía segundo nombre y que, junto con su segundo apellido, era ideal para dar vida a un alter ego para literatura erótica.
Al salir del restaurante, don/doña Google Maps saltó con la alarma para que puntuara el restaurante y ahí ya se me fue —lo dicho, llevaba media botella de vino entre pecho y espalda. A eso que, entre risas con mi querido Hugo —de Orciny Press, editorial de género bizarro que recomiendo un montón—, escribí esta breve reseña, mezcla de realidad y ficción, firmada con el nombre de nuestra autora erótica.
Hacía tiempo que no escribía un relato erótico y me reí de lo lindo. Espero que lo disfrutéis, bon appetit!

El arroz increíble. Las torrijas, tal como asegura la carta, brutales.
Cuando se cercó preguntando qué prefería, acepté sus sugerencias. Separé sutilmente las piernas y el vestido de verano se retiró con un suave “frufrú”, dejando entrever el encaje blanco de la ropa interior. Contrariamente a lo que una esperaría, la camarera no se apartó, sino que gustó del juego y pellizco disimuladamente mi muslo, aproximándose aún más, describiéndome los platos con detalle.
Retiró la tela a un lado y acarició los labios con delicadeza, antes de sentir la humedad y dedicarse con profesional a mi clítoris. Ahora agradecía aquella mesa que en un principio me había parecido abandonada a un lado, demasiado cerca de las cocinas, junto a una columna, donde creía sería ignorada por el servicio. ¡Qué equivocada estaba!
Según sentía il crescendo, pasó de los entrantes a los arroces, y de los arroces a los postres, con dos y tres dedos en mi interior, rotando y envistiendo. Utilizando su cuerpo y la columna, disimuló mi orgasmo antes de apuntar mi pedido y susurrar: “Ahora mismo se lo traigo”.
Dejé una buena propina junto con mi teléfono.
El vino fragante, el servicio atento y dedicado. Sin duda volveré. Cinco estrellas.
R. R.