martes, 3 de diciembre de 2019

Reseña de “La Curación”, de Miguel Córdoba


TÍTULO: La Curación
AUTOR: Miguel Córdoba
PRÓLOGO: Darío Vilas
ARTE: Pablo Caballo
EDITORIAL: El Transbordador

SINOPSIS
Maggie Anderson nació con una característica muy particular: tiene un hilo negro atado al dedo anular de su mano izquierda. Juega a enredarse con él y dibuja siluetas misteriosas sobre la mesa del salón. Con el tiempo descubrirá por qué arrastra ese hilo y la patológica obsesión que hay al otro extremo.
En esta historia de terror surrealista los fantasmas se refugian en tambores de lavadora para no tener que afrontar el desasosiego del Más Allá y Dios es una niña de nueve años que vive dentro de una urna de cristal en una base secreta de Nebraska. Por cierto, lleva meses sufriendo una grave depresión y demostrando preocupantes tendencias suicidas. En el mundo de La curación las máscaras son más sinceras que los rostros que ocultan y los pensamientos, cuando son intensos y persistentes, monstruos gigantes hambrientos de odio y soledad.

OPINIÓN
Olvidados, dejados de la mano de Dios, ignorados por los hados y despreciados por la fortuna.
Muchos somos los que, en algún momento —e incluso de forma intermitente, pero perenne—, hemos sentido ese vacío existencial que te hace pensar que, si Dios existiera y muriera, a ti nada te sucedería, pues hace tiempo que te dio la espalda, y no por indiferencia o algún tipo de mala leche cósmica, sino, simplemente, porque eres alguien olvidable que no merece su atención.
Miguel Córdoba da vueltas a esta idea y a temas como el más allá, la creación del Universo y al concepto de Dios, hasta salirse de madre y ofrecernos un constructo, quizá no nuevo pero sí convincente, dentro de un fantástico horror.
No he podido dejar de sentirme identificada con la extrañeza de la niña Maggie ni con el dolor de Lor, he compadecido profundamente a Timi y acompañado a Geof en su deseo de recuperar aquello que le fue arrebatado. Me he horrorizado ante lo que oculta el sótano y ante la posibilidad de un futuro sin escapatoria. ¡Y me he cabreado profundamente con ese dichoso hilo negro!
Recomendado a los que no teman los libros raros —raros pero que muy raros—; a los amantes del terror y a aquellos que quieran “conocer a Dios” —entiéndase, en clave de ficción.

Isabel del Río
Noviembre 2018

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