@IsabelDlRio / @miransaya

martes, 8 de mayo de 2018

Entrevista a los traductores Maia Figueroa y Alexander Páez


Muchas veces nos fijamos en el título, la portada, el autor, quizá en la editorial... Pero es muy frecuente que no nos fijemos demasiado en el traductor, algo que deberíamos hacer siempre que leemos un autor de otra lengua traducido a la nuestra, pues una mala traducción puede cargarse una novela —artículo, serie o peli— maravillosa, mientras que una buena traducción la ensalza, no sólo ofreciéndonos las palabras y el significado que el autor quiso dar, sino también su esencia y las aportaciones únicas del carácter del traductor.
Hoy tengo el privilegio de entrevistar a dos traductores excelentes: Maia Figueroa y Alexander Páez.

MAIA FIGUEROA
Maia Figueroa Evans, licenciada en Comunicación Audiovisual y máster de Escritura para Cine, no quería ser traductora. Sin embargo, las circunstancias la llevaron por ese camino y demostraron que a veces uno no sabe qué es lo que más le conviene. Después de traducir procedimientos de operación en una multinacional de polietileno, se hizo autónoma y se dedicó a la traducción técnica y audiovisual, hasta que poco a poco acabó metiendo el pie en el sector editorial. En diez años ha traducido más de cuarenta títulos de literatura contemporánea, ciencia ficción, fantasía, novela negra y no ficción, y ha dado voz a  un par de autores a los que preferiría no mencionar y a otros de los que está muy muy orgullosa. Y ahora ya sabe que lo suyo es traducir novelas.

ALEXANDER PÁEZ
Soy traductor y corrector. Llevo trabajando como corrector de estilo unos 3 años y como traductor 2 años. Estoy especializado en la traducción de género fantástico (ciencia ficción, terror y fantasía). He traducido a autoras como Kameron Hurley o Becky Chambers, así como a Lavie Tidhar. Además he sido intérprete de autoras multipremiadas como N.K. Jemisin y Ann Leckie. Actualmente resido en Dinamarca donde, desde mi centro de control (mejor conocida como La Cueva), realizo mi labor de traductor.

¿Quién/Cómo entraste en contacto con los libros y la literatura?
MF. Leo desde muy pequeña, porque mis padres me compraban libros y mi padre me leía los cómics de las películas de Disney por la noche. Los primeros libros que recuerdo eran sobre naturaleza y con seis años les pedí a los Reyes que me trajesen unos sobre peces, minerales, animales, plantas y setas.
AP. Mis primeros recuerdos con libros son mi madre leyéndome cuentos antes de ir a dormir. El siguiente es yo de muy pequeñito devorando los tebeos de Asterix y Obélix, Tintin y superhéroes en la biblioteca de mi pueblo. El resto ya es historia. Pero sí, si hoy estoy aquí es porque mi madre plantó la semilla de la lectura en mí. Y siempre hubo libros en mi casa, lo que hizo que el entorno fuera favorable.
¿Cuándo decidiste que querías dedicarte a la traducción?
MF. Muy tarde, porque tardé mucho en planteármelo y al final fue bastante por casualidad. Quería ser guionista de cine y, después de dejar filología inglesa a medias, me mudé a Inglaterra y allí me licencié en Comunicación Audiovisual. Luego cursé un máster de guionaje. Con los años he hecho de todo, pero un día en una empresa de trabajo temporal encontraron un currículo que yo había entregado tres años antes y me llamaron para dos puestos: uno administrativo y otro de traducción, porque tenía algo de experiencia gracias a mi tía traductora y lo había puesto en el currículo. Hice ambas entrevistas y me dieron el trabajo que yo no quería, pues no me veía traduciendo todo el día. Sin embargo, fue una experiencia laboral increíble y muy enriquecedora y aprendí muchísimo sobre devolatilizadores, catalizadores, reactores y circuitos de alta presión. A partir de ahí me animé a hacer un máster de traducción y el resto es historia.
AP. Cuando empecé a ejercer el oficio y descubrí que no solo me fascinaba, sino que me hacía feliz. A diferencia de muchos traductores yo no caí en esto por vocación previa, sino que quise probar y fue después que descubrí lo enganchado que estaba a traducir.
¿Cuáles fueron tus inicios?
MF. Después de un par de años traduciendo procedimientos de operación en una planta de polietileno, una amiga que trabajaba en una editorial me dio la oportunidad de traducir una novela romántica que usé como proyecto de final de máster. Al acabar el curso, me hice autónoma y durante un tiempo me dediqué a la traducción de subtítulos, hasta que poco a poco fui haciendo más traducción literaria y menos técnica. Hasta hoy, que prácticamente todo lo que hago son novelas.
AP. Jamás he creído en los caminos rectos y preestablecidos. En la universidad estudié Historia del Arte, aunque fue durante esta época en la que entré en contacto con el mundo editorial colaborando con editoriales, fanzines, revistas, con la propia universidad y con autores a modo de corrector, traductor y revisor (todo ello bastante amateur, claro). Esto me sirvió para adquirir rodaje, pero me faltaban ciertas bases, pilares. Durante la universidad asistía a muchísimos cursos, charlas y talleres de estilo, escritura creativa o traducción. Más tarde entré a trabajar en un par de editoriales grandes en el departamento de marketing y ahí fue cuando comencé a conocer a muchísima gente. Una cosa llevó a la otra y en 2014 comencé a recibir encargos para realizar primero correcciones ortotipográficas y después de estilo. Un año más tarde envié mis primeros CV como traductor a unas 50 editoriales. Contestaron 3, fracasaron todas mis pruebas de traducción. Comencé a traducir para algunos fancines y revistas especializadas, y el mismo año volví a intentarlo pero añadiendo algunos cambios: solo envié CV a editoriales de género, no envíe el CV a todas, sino que hice una selección y un filtro, personalicé las solicitudes para cada proyecto y me aseguré que los editores recibían los CV. Así recibí mi primer encargo (tras una prueba de traducción, claro) para Satori Ediciones, una antología de ciencia ficción japonesa.
Alguna traducción en concreto a la que le tengas especial cariño (o todo lo contrario)…
MF. Mis favoritas son Magia para lectores y A mí no me engañas, los dos libros de cuentos de Kelly Link (Seix Barral), Volver a casa de Yaa Gyasi (Salamandra) e Inmersión de J. M. Ledgard (Destino). Pero la verdad es que a todas les coges mucho cariño, aunque también algo de manía: no es lo mismo leer una novela en dos semanas, que pasar tres o cuatro meses trabajando un texto y conociendo las particularidades y vicios de la prosa del autor.
AP. En realidad a todas. Podría decirte recuerdos bonitos de cada una de mis traducciones. El lazo estrechísimo que se forja durante el proceso de traducción es muy intenso y cada uno de estos libros es como un hijo para mí. Pero quizá traducir a Kameron Hurley y a Becky Chambers ha sido un sueño hecho realidad. Algo que si me hubieras dicho hace un par de años no hubiera creído.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta un traductor? ¿Existe alguna traba especial cuando hablamos de literatura de género?
MF. El reto de los traductores es conseguir mantener el estilo del autor, el registro del texto, el tono, el mensaje que pretende transmitir, su intención y el efecto que le produce al lector. Todo eso ajustándose a las convenciones del idioma de destino para que al final el texto suene como si lo hubieran escrito en español, por ejemplo, y no en inglés. O sea, el traductor tiene que producir un texto igual pero diferente. Dicho de otro modo, el traductor coge un montón de platos y los hace girar sobre un palo.
En cuanto a la literatura de género, yo creo que, en general, los retos son los mismos. La diferencia estriba sobre qué temas tendrás que documentarte y qué vocabulario investigarás. Si bien es cierto que en el caso de la fantasía y la ciencia ficción a menudo se trata de mundos inventados y eso requiere una atención especial. Se me ocurre también que en novela negra hay que cuidar el ritmo de la narración para que el lector no pierda la tensión del texto original.
AP. Esta pregunta es infinita, pero podría resumirte que todos. Creo que la literatura de género te exige estar al día a todos los niveles especulativos. Por ejemplo yo he tenido que documentarme mucho sobre el género neutro, lenguaje inclusivo y demás para ciertas traducciones que especulan con estos temas. Un buen traductor tiene que disponer de todas las herramientas posibles para conseguir toda la información que necesite. Retos... lo que te digo, todos. Pero quizá el mayor reto es el de conseguir que tu traducción sea lo más orgánica posible, que el lector no "sepa" o no "piense" que está leyendo una traducción.
Dicen que para traducir bien un texto has de entender de dónde viene ese texto, quien es el autor y su contexto histórico y social, ¿es eso cierto?
MF. Yo creo que, sobre todo, tienes que entender el texto en sí; que no es necesario conocer la obra del autor ni sus circunstancias, porque las claves para la traducción ya te las da el texto. Me parece más importante conocer el contexto de la novela, los referentes socioculturales. Saber, por ejemplo, que si un personaje del Reino Unido dice de otro que ha comprado un anillo de compromiso en Argos, está haciendo un comentario sobre su clase y procedencia social que el traductor debe reflejar en la traducción. Pero, como en todo, la información es poder y si además de saber todo eso también conoces el contexto histórico y social del autor, mejor.
AP. Sí y no. Basta con el texto que vas a traducir, pero si se trata de una obra muy específica ambientada en la Rusia rural del año 1923 y necesitas conocer terminología y periodo histórico, sí. Yo hasta ahora no he necesitado más que el texto. La documentación te la pide el propio encargo.
¿Qué es lo que más te gusta traducir? ¿Y lo que menos?
MF. Lo que más me gusta traducir es ficción contemporánea y libros de relatos. Lo que menos, los pocos poemas que salen de vez en cuando en las novelas y no disponen de traducción oficial.
AP. Género fantástico. Ciencia ficción, sobre todo. He traducido muy poca fantasía y me gustaría probar con más, pero me siento muy cómodo con la literatura especulativa. Hay textos en inglés tan bien escritos que casi se traducen solos, te ofrecen un espacio tan grande para ser creativo que la tarea no se vuelve más sencilla, sino mucho más agradable y cómoda. Además de ser un reto muy motivador. Sí, lo que más me gusta traducir es aquello que supone un reto y me motiva a mejorar.
En cuanto a El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, ¿con qué problemas te encontraste durante la traducción? ¿Qué te dejó ese trabajo? ¿Alguna anécdota que puedas contar? ¿Te esperabas la acogida que está teniendo?
AP. Sin duda el género neutro que usa Becky Chambers. En inglés usa XYZ para referirse a unos alienígenas sin género. Sería como decir "ellos y ellas" a la vez. Redacté decenas de versiones de este fragmento con distintos géneros neutros (elles, ellxs, ellis...), pero ninguno me funcionaba. Al final me decidí por una solución de la que estoy muy orgulloso y con la que Antonio Rivas, el corrector, me ayudó muchísimo. Este trabajo en concreto me marcó muchísimo y le guardo un amor tremendo.
Y como anécdota te contaré dos: tuve que traducir el título de una película porno que aparece en el libro y estuve un día entero buscando información sobre títulos de pelis porno, traducciones y demás. Imaginaos mi historial de Internet. Y después tuve que poner nombre a unos bichos que aparecen y que en inglés llamaban algo así como "grilloides". Esta traducción tan literal me chirriaba muchísimo, y tras consultar con una amiga bióloga decidimos llamarlos "grillalacranes", una mezcla entre grillos y alacranes.
La acogida de esta novela ha sido magnífica, es un libro con muchísimo potencial y creo que Becky Chambers es una autora transgresora e interesantísima. ¡Ojalá el lector casual se atreva más con la ciencia ficción!
Link a la reseña de El largo viaje a un pequeño planeta iracundo:
Como traductor eres responsable en parte de que la obra llegue al lector, ¿cómo te sientes al darte cuenta de que lo has logrado?
MF. Cuando los reseñistas hablan de la prosa de un autor o autora que he traducido yo, siento la satisfacción de haber hecho bien el trabajo (porque en realidad me están leyendo a mí, aunque ajustándome al estilo del autor). Y si, además, citan a los traductores ya es fabuloso.
AP. Totalmente, aunque la traducción es un trabajo de equipo. Mi texto lo revisa un corrector, un revisor, el editor, el lector de galeradas, yo de nuevo... Y a veces incluso más de un corrector (estilo y ortotipográfico). Al final es un trabajo de equipo y dependes mucho de la profesionalidad del conjunto. Esta traducción no es solo mía, es de bastantes personas que pusieron su granito de arena para que saliera tal y como podéis leerla ahora.
¿Cómo lector, qué te gusta leer?
MF. Novela y relatos contemporáneos de autores anglosajones, en inglés.
AP. Buenos libros. Suena a tópico, pero no estoy cerrado a nada. Si el libro es bueno y me apasiona, adelante.
¿Qué estás leyendo ahora mismo?
MF. Her Body and Other Parties, de Carmen María Machado. Creo que saldrá en español este año.
AP. Cero, de Kathe Koja, traducido por Pilar Ramírez Tello y publicado por La Biblioteca de Carfax.
¿Nos recomiendas algún título?
MF. Además de los cuatro libros que he mencionado, se me ocurren El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan; Middlesex, de Jeffrey Eugenides; Libertad, de Jonathan Franzen; Las chicas, de Emma Cline; Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin; Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke; y Los interesantes de Meg Wolitzer. Yo los he leído todos en inglés, pero están traducidos al español.
AP. Os recomiendo Els despossïts, de Ursula K. LeGuin con la traducción de Blanca Busquets. También os recomiendo Eroguro, un ensayo que ha publicado Satori y que edita Jesús Palacios repleto de ficción, ensayos e ilustraciones sobre este subgénero tan pintoresco de la literatura japonesa.
Isabel del Río
Mayo 2018