Cuando escribí “Las Bocas de la Montaña. El
Señor del Viento” (Atlantis) mi intuición y sentidos se dispararon,
desvelándome secretos más allá del velo. Y escuchando susurros de la naturaleza
y los espíritus, no pude dejar de escribir hasta poner el punto final. Después,
convertí esa historia en novela, añadiendo y puliendo lo necesario para que
fuera legible y entretenida, pero me pregunto hasta qué punto fue una
canalización.