Autor:
Anneliese Farkaschovsky
Ilustrador: Jutta Neundorfer
Editorial: Haba
Idioma:
Español, Alemán, Inglés, Francés, Holandés e Italiano.
Dependencia del idioma: Ninguna.
Número de jugadores: 1 a 4
Duración de las partidas: 10 minutos, si llega.
Edad:
2+
Género:
Infantil – Familiar – Educativo
¿Qué hay en la caja?: Un simpático y malvado cuervo de madera; 1
cesta de fruta de cartón; 16 enormes frutas de madera: 4 manzanas verdes, 4
manzanas rojas, 4 peras amarillas, 4 ciruelas azules; 5 tiles de
camino; 4 tiles de árboles frutales; 1 dado con símbolos
y colores; y reglamento del juego.
¿CÓMO SE JUEGA?
El juego consiste en recolectar todas las
frutas antes de que “Cuh-cuh” —así llama Max al cuervo— se las meriende.
Se colocan los tiles de
árbol en la mesa —suelo, cama o superficie designada por el pequeñajo— y
repartimos las frutas sobre cada uno, de 4 en 4; de esta manera simulamos un
árbol cargado de frutas. Situamos los tiles de camino y
¡Atención! Hace su aparición el infame cuervo en la primera casilla o, si
queréis un turno extra, justo delante de ella.
Finalmente, situamos a mano el cesto de frutas.
Finalmente, situamos a mano el cesto de frutas.
Se tira un dado (D6) por turnos y,
dependiendo del resultado, se realiza una acción:
- Rojo:
El jugador recupera una manzana roja y la deposita en el cesto.
- Verde:
El jugador recupera una manzana verde y la deposita en el cesto.
- Amarillo:
El jugador recupera una pera amarilla y la deposita en el cesto.
- Azul:
El jugador recupera una ciruela azul y a la cesta.
- La
cesta: ¡No podía faltar el comodín! Recupera una fruta a tu elección.
¡¡Yeah!!
- El
cuervo: ¡Oh, no! ¡¡El Cuh-cuh está aquí!! ¿Qué os pensabais? El cuervo
avanza peligrosamente una casilla y se queda a un paso menos de su
delicioso premio.
Seréis los vencedores si conseguís recoger
todas las frutas antes que el cuervo. Pero si es el cuervo quien llega antes,
¡se comerá todas las frutas!
Es un juego con el que pasamos grandes
ratos en familia. También lo hemos jugado con nuestros amigos y
siempre es garantía de emoción y risas, ya que es genial ver flipar
a los niños con la tensión de quién llega antes al premio.
Eso sí, no recomiendo más de 2 partidas
seguidas porque puede resultar un poco monótono para los adultos, y los críos
quieren más y más y más —es peligrosamente adictivo.
Según nuestra experiencia, este es el título
ideal para iniciar a los más pequeños en el mundo de los juegos de mesa. A Max
se lo regalamos cuando tenía poco más de un año, y nos sorprendió lo rápido que
pilló el concepto y la mecánica.
Entre sus virtudes hay que destacar la
coordinación mano-ojo, la estimulación sensorial, el aprendizaje de colores,
nombres y formas, así como la educación emocional y social.
Como ya comentamos en la reseña de Animal
sobre Animal, los juegos de Haba cuentan con un material de gran calidad:
piezas de madera con terminados preciosos y colores llamativos.
En este caso, el dado de colores ayuda a que
los niños relacionen el resultado de la tirada con el color de la fruta que han
de recolectar, con el cesto al que van a parar todas las piezas, o con el
cuervo al que han de vencer. La curva de aprendizaje evoluciona rápidamente y
el peque capta con facilidad el concepto de los tiempos: primero tú, después
papá, luego mamá… Así aprende a respetar los turnos y, gracias a ello, a seguir
la mecánica de un juego de mesa base.
Hay que tener paciencia. Recordemos que están
aprendiendo. Por ello, si queremos introducir el material al niño antes que la
mecánica, podemos mostrarle las piezas en forma de manzana, pera y ciruela,
después los árboles, y hacerle colocar en ellos las frutas según el color.
Lentamente podemos explicarle una historia:
“Este es el camino que lleva a nuestro frutal”, mientras vamos colocando las
piezas del camino. “¡Y aquí está el Cuh-Cuh! ¡¡Quiere comerse todas las frutas y
dejarnos sin ninguna!!”.
Después podemos mostrarle el dado y nombrar
los colores, relacionándolos con las frutas, para después empezar con el juego.
Cuando pillan el sistema de turnos el juego
se vuelve mucho más ágil. Ahí ya podemos pedirle que recoja las frutas y las
coloque en la cesta. Es interesante que le hagamos responsable de la cesta,
para que sea él quien las recolecte y las ponga a buen recaudo —en caso de que
haya más de un niño, pueden compartir la tarea. También podemos hacerle mover
el cuervo.
Max es un niño súper movido y, sin embargo,
con este juego conseguimos captar su atención al 100%. Además, como
comentábamos más arriba, no tenía más de un año cuando se lo regalamos y no le
resultó complicado hacerse con las normas.
Este es un juego que nos permite enseñar
colores y vocabulario. Podemos empezar con el color, después con el color y la
fruta, mostrar que el Cuh-Cuh mueve uno a uno, incluso introducir colores y
palabras sencillas en inglés.
También es un juego altamente recomendable en
fiestas para pequeñajos, puesto que la sencillez de las normas hace que no se
aburran aprendiendo reglas nuevas, y el juego cooperativo evita rabietas o
enfados; más bien al contrario, los niños se unen para lograr la victoria y se
animan unos a otros para conseguir el color que necesitan, o gritan a coro
cuando aparece el cuervo en el dado.
Es un juego con una mecánica tan sencilla
que, en caso de niños un poco más mayores, uno de ellos, conociendo bien cómo
funciona, puede enseñar al resto sin complicaciones. En caso de ser un grupo
numeroso o tratarse niños muy pequeños, es necesaria la colaboración de un
adulto.
En cualquier caso, que haya un adulto en el
juego siempre ayuda a que las frutas no empiecen a volar y se convierta en una
batalla campal.
Hay que añadir que este juego puede dar lugar
a viles traiciones. Algunos días, Max se alía con Cuh-cuh y le ayuda a avanzar
2 o más casillas para que llegue antes… ¡Y cuidado papas! Según hemos
escuchado, no es el único chiquitajo que comete tales actos de vileza. ¡Quedáis
avisados!
En cuanto a posibles variaciones, a Max le
gusta jugar a lo que llamamos “el mercado de los domingos”. Viene al mercado
que organizamos tras la recolección de las frutas —después de una o dos
partidas— y hace la compra.
Pide lo que le apetece: una manzana jugosa y
roja, que después comparte con un “Ñam, ñam, qué rica”, o una ciruela bien
ácida.
EXPANSIONES
Mi primer
frutal es el hermano pequeño del
juego original: El Frutal. Éste contiene piezas de tamaño más
reducido y es para niños a partir de 3 años.
Además, El Frutal tuvo tal
éxito en su momento, que no sólo nació Mi Primer Frutal, sino que
también podemos encontrar un juego de cartas, un cuento infantil y todo tipo de merchandising.
Ivan López e Isabel del Río, papis de Max (2
½ años)
Reseña de Animal
sobre Animal en:
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