@IsabelDlRio / @miransaya

lunes, 18 de julio de 2016

Reseña de "Carter & Lovecraft" de Jonathan L. Howard

TÍTULO: Carter & Lovecraft
AUTOR: Jonathan L. Howard
EDITORIAL: Colmena Ediciones

SINOPSIS
Daniel Carter abandonó su trabajo como policía tras un inexplicable incidente persiguiendo a un asesino en serie. Poco después de abandonar el cuerpo, recibe una extraña herencia: una vieja librería en Providence. Allí conoce a la librera, Emily Lovecraft, la última descendiente del famoso escritor, H.P. Lovecraft. Juntos, Daniel y Emily acaban envueltos en una serie de extrañas muertes que parecen sugerir que los relatos de Lovecraft sobre los Dioses Antiguos podrían tener un inquietante poso de realidad.

OPINIÓN
Recuerdo mis lecturas de adolescente. No tenía dinero para comprar libros y el rato de biblioteca en el Instituto era para mí mejor que el recreo. En aquella sala con poco más de cinco estanterías y tres largas mesas donde mis compañero pasaban las horas de mala gana, yo devoré las aventuras de Dungeons & Dragons y el Señor de los Anillos, pero no sólo leía fantasía y aventuras, el terror me llamaba como la luz a las polillas y me hice fan de Poe y Lovecraft.
Éste último despertó en mí preguntas que seguirían rondándome mucho después, siendo tan importantes para mí los sueños y lo que esconden.
“Suydam estaba obsesionado con los límites de la percepción humana, incluso con los límites de las máquinas. Escribió largo y tendido sobre algo que llamaba ‹‹La Distorsión››, siempre en mayúsculas. (…) Suydam creía totalmente en la existencia de La Distorsión y que todos sus esfuerzos estaban enfocados a percibirla con mayor claridad”.
Carter & Lovecraft cayó en mis manos como sugerencia de Carles, librero de La Font de Mimir, y elección en el Club de Lectura. En un principio pensé que sería la típica lectura fácil que me pondría de mala leche por tomar datos imprecisos del universo de un autor reconocido para crear una trama que pasaría sin pena ni gloria pro mi mente. Y sí, se trata de un thriller policíaco rápido y con mucho gancho, que ofrece un lenguaje sencillo y cercano, junto con frases y capítulos cortos, pensados para facilitar la lectura. Pero, curiosamente, más allá de las técnicas meramente comerciales, se trata de una novela que me ha hecho disfrutar de verdad, recordándome aquella sensación incómoda y de duda que me creó en su momento Lovecraft, ofreciendo continuidad a sus historias.
“Había luz pero Carter no iba hacia ella, ni siquiera se alejaba de ella. Estaba a su alrededor y tenía la sensación de estar moviéndose, como si se deslizara hacia alguna parte. Cada vez más rápido. Al principio le pareció que era como estar en un tobogán acuático, después imaginó que era como estar en un trineo, y finalmente estaba viajando tan rápido que bien podría haber estado cayendo. Tenía el recuerdo vago de haber sido asesinado, de haberse ahogado, y si ahogarse era aquello, entonces realmente no estaba tan mal”.
La novela empieza como una historia policíaca extraña. Una pareja de policías persiguen a un asesino de niños. Parece que se ha descuidado con el rapto de su última víctima y así dan con él. Cuando escuchan el grito aterrado del niño, entran corriendo en su guarida y el asesino aparece armado ante ellos. El compañero de nuestro protagonista, Daniel Carter, dispara. Con el villano desangrándose en el suelo, Carter busca al niño y llama a una ambulancia. Segundos después, cuando vuelve a la escena anterior, encuentra a su compañero con una sonrisa desquiciada y su arma en la boca.
“—Está todo ahí, en el mural. Todo. Había terminado. Había visto. Carter, en eso tenías razón. ¿No te parece que Suydam se tomó muchas molestias para morir?”.
Tras la muerte del ‘Cazador de Niños’ y el suicidio sinsentido de su compañero, sin haber llegado a comprender los delirios que cubrían toda una pared de la guarida, Carter deja la policía. Es en este punto cuando recibe una inesperada herencia de un hombre desconocido y así viaja a Providence, donde descubre la librería que ha heredado y a la característica joven que la regenta.
“Carter apartó la mirada; quizá no era más que el modo en el que los fluorescentes baratos iluminaban el sótano, pero la sangre no parecía normal. Era demasiado oscura, incluso si era sangre venosa, y en los lugares donde se encharcaba sobre la tierra pálida y entre la roca expuesta, parecía demasiado azulada, más púrpura que carmesí. Pensó en lo que había visto junto al coche de Lovecraft y apartó de su mente la conclusión evidente”.
Puede que los más puristas del género encuentren algunos fallos de coherencia que difieren de la obra de Lovecraft, pero resulta muy interesante para aquellos que quieran introducirse en este universo aterrador y arcano, con un lenguaje y un ritmo mucho más accesibles que los del creador de esos mundos.
“Estaban en el límite de la ciudad. Pero no era su ciudad. Era difícil creer que fuera la ciudad de alguien. Se extendía como una infección propagándose bajo una luna diurna, e incluso eso era una horrible plaga en el cielo. Torpemente diseccionada como por la acción de un dios idiota y petulante, las dos mitades de la luna colgaban juntas gracia a su mutua gravedad y rodaban lentamente por el cielo de una Tierra extraña”.
Mientras leemos la historia y los extraños casos que van encontrándose Carter y Lovecraft, y vamos siguiendo sus pasos hacia el fin del mundo conocido, en busca de magia, llaves distorsionales, monstruos, dioses y otras dimensiones, sentimos cada vez más ganas de sumergirnos en la obra del autor que dio vida a Cthulhu. 
Una lástima las erratas continuas que encontramos a lo largo de sus páginas, la mayoría descuidos tipográficos, que pueden llegar a molestar un poco durante la lectura.
¡Ah! Por cierto, el final es abierto, así que estamos a la espera de próximas entregas y, según he escuchado, ya han vendido los derechos para una serie televisiva.
Recomendada a lectores de thriller de misterio, fantasía y terror, así como aquellos que tengan ganas de introducirse en el mundo de Lovecraft y a quiénes deseen pasar un buen rato de tensión, porque advierto: engancha y mucho.

Isabel del Río

Julio 2016