Acabo
de recibir las galeradas de Las Bocas de
la Montaña. El Señor del Viento y me vienen a la cabeza los paseos y
sucesos que despertaron la historia en mí. Anteriormente comenté que todo
empezó cuando viajé con mi pareja a un hostal alejado de la civilización y, sí,
allí sucedió algo que hizo estallar las palabras y no pude dejarlo hasta el
punto y final, pero los personajes nacieron mucho antes y fueron creciendo con
los años, gestándose en mi mente, hasta convertirse en los seres que
encontramos en las páginas de la novela. Troncos que parecen jabalíes, grandes
rocas en forma de águila, árboles con rostros y la magia que rodea los bosques,
incitándonos a entrar, a seguir adelante sin temor y descubrir la verdad. La
realidad y la ficción mezclándose para crear la aventura de Nico.
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