lunes, 17 de octubre de 2016

Reseña de “Dentro del Laberinto” de A.C.H. Smith

TÍTULO: Dentro del Laberinto
AUTOR: A.C.H. Smith / The Jim Henson Company
TRADUCTOR: Noemí Risco Mateo
EDITORIAL: Nocturna Ediciones

SINOPSIS
Una noche, Sarah, una adolescente de carácter fantasioso, se ve obligada a quedarse en casa cuidando a Toby, su hermano pequeño. Cuando sus padres se marchan a una fiesta, harta de oír llorar al niño, Sarah recita unos versos de su libro favorito, Dentro del laberinto, y ordena a los goblins que se lleven a su hermano. Al momento, unas extrañas criaturas aparecen y se esfuman con Toby. Poco después, un hombre misterioso y atractivo surge de la nada y se presenta como Jareth, el rey de los goblins, para a continuación sugerirle a Sarah que se olvide del niño. Arrepentida de lo que ha hecho, Sarah le pide que le devuelva a Toby, pero el rey se niega. Entonces él le propone un trato:
«Tienes trece horas para atravesar el laberinto y encontrar a tu hermano. De lo contrario, se convertirá en uno de nosotros».
Y el tiempo apremia...
Una novela con tintes de Alicia en el país de las maravillas El mago de Oz, por la que desfilan extrañas criaturas, bailes de máscaras y, por encima de todo, interminables laberintos.

OPINIÓN
Hoy quiero hablaros de una de esas historias que nos marcan desde pequeños y son parte de nosotros, de nuestro imaginario, forjando nuestro carácter y forma de ver el mundo.
“Tienes que hacer las preguntas correctas si quieres llegar a alguna parte en el Laberinto”.
Siempre que doy charlas sobre motivación lectora y la importancia de la lectura en la infancia y la juventud, resalto el poder de las historias para crear personalidades fuertes, resilientes y con valores sólidos. Además, la lectura en la infancia potencia los vínculos afectivos y ayuda a crear distintos tipos de inteligencia en el niño. En la adolescencia este papel se multiplica, puesto que, además de lo antes mencionado, la lectura es una vía de escape estupenda en una edad en que todo parece estar en contra nuestro y donde las emociones son como bombas a punto de detonar. Y es justo en este momento, la fase de la infancia a la adolescencia, donde tiene más fuerza la obra de Henson y Smith.
“Por increíbles peligros e innumerables fatigas, me he abierto camino hasta el castillo más allá de la Ciudad de los Goblins para recuperar al niño que me has robado. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya… y mi reino igual de grande”.
Dentro del Laberinto y sus personajes me han acompañado desde niña. Primero llegaron a mí por la película, Labirinth, protagonizada por David Bowie (en el papel de Jareth) y Jennifer Connelly (como Sarah), así como un montón de puppets de los estudios de Jim Henson que hacían las delicias de cualquier niño. Me enamoré perdidamente de Jareth, quería acompañar a Sarah en su aventura, y ser parte de la compañía formada por Ludo, Sir Didymus y Hoggle.
“Al principio no podía creérselo. Cuando el sol se elevó más y se reveló ante ella, bajó los hombros y perdió la sonrisa. (…) Desde el pie de la ladera donde estaba sentada, hasta el castillo y más allá, y hasta donde alcanzaba la vista a ambos lados, se extendía un intrincado e inmenso laberinto de muros y setos”.
En mi mente infantil, todos esos personajes crearon arquetipos que, después, repetiría en mis propias historias y buscaría en el mundo real. Y sus valores, de amistad, compañerismo, valor y resolución, me acompañaron siempre, hasta hacer de mí una verdadera cabezota. También ha estado conmigo siempre ese doble rostro que representan Sarah y Jareth, ese amor-odio que no deja de ser la personificación de lo que no queremos saber de nosotros mismos.
“Su mareo cesó en cuanto empezó a dar vueltas por el salón en los brazos de Jareth. Era la mujer más encantadora del baile. Lo supo por cómo Jareth la sonreía. Toda su atención estaba centrada en ella. El roce de sus manos sobre su cuerpo era sensacional. Bailar con él parecía el movimiento más sencillo y natural. Pero cuando le dijo que era preciosa, se sintió confundida”.
Más adelante llegó a mis manos el libro. En él descubrimos facetas mucho más íntimas de los personajes y vemos, como en la Alicia de Carrol, una Sarah que evoluciona y cambia a lo largo de la historia, descubriendo cosas de sí misma que el lector puede llegar a entrever, pues muchas ideas quedan en el aire sin llegar a concretar, insinuadas. Creo que esa es una de las cualidades de esta historia, que está abierta a múltiples interpretaciones.
“Sarah se armó de valor para acercarse más. Notó el cálido aliento en su cara al colocarse junto a la bestia y se inclinó para ponerse bocabajo y mirarla bien. Lo que vio la sorprendió. La enorme boca que parecía tan tétrica, con las comisuras hacia abajo, en realidad había estado, por supuesto, sonriéndole dulcemente”.
Como he mencionado, Dentro del Laberinto bebe de Alicia en el País de las Marvillas, pero también de El Mago de Oz y, en especial, de la obra de Maurice Sandak —autor de Donde Viven los Monstruos— en concreto de Al otro lado, cuento en el que una niña pasa por toda clase de peligros para rescatar a su hermana, raptada por los duendes. Tanto en la novela como en la película, podemos ver referencias a todas estas obras y sus autores, e incluso una nota de Jim Henson, quien asegura quedar en deuda con Sendak.
“Sólo témeme, ámame y yo… yo seré tu esclavo”.
Antes hablaba de la doble personalidad, de aquello que nos ocultamos a nosotros mismos, de las pulsiones más oscuras, y ese es Jareth, la personalidad salvaje de Sarah, esa parte que adora el teatro y que vive en un mundo de fantasía más allá de las leyes físicas.
“El cuerpo de Sarah se balanceaba de forma hipnótica al compás de la música. Ella era la música y el baile. Estaba dentro de la burbuja, bailando, vestida con un traje de fiesta. Encantada y encantadora, bailaba lentamente por el cielo en compañía de otras bailarinas. (…) Se estaban acercando a una gran burbuja (…) donde Jareth ya estaba bailando”.
Sarah es una joven caprichosa y prepotente que idolatra a su madre y odia a su madrastra. Podemos verlo al inicio de la historia, cuando no deja de decir que “No es justo” ante todo lo que le sucede, sin detenerse a pensar en lo que les pueda ocurrir a los demás. Lo cierto es que Sarah no ha aceptado la separación de sus padres y ha preferido crear su propio cuento de hadas antes que enfrentar lo que realmente ha sucedido. De esta manera ella es la princesa castigada; su padre el rey benevolente que ha olvidado a su hija en pos de su nueva esposa; su madre y su nuevo novio son el ideal inalcanzable; su madrastra es vista como una mujer exigente que se aprovecha de ella; y su hermano, Toby, como un pequeño monstruo que le roba la libertad. El lector no lo ve así, pero puede percibir la rabia de Sarah en cada una de sus palabras y ademanes.
Jareth es el rey de los goblins. Un hombre astuto y carismático que vive aburrido rodeado de sus súbditos, antiguos niños que, una vez raptados, se convirtieron en goblins, pero los cuales no tienen demasiado cerebro. Jareth ve en Toby la posibilidad de escapar de esa vida anodina, y en Sarah, aquella rival y compañera que no puede quedarse a su lado porque es demasiado mayor para convertirla en goblin, y demasiado joven para que reine junto a él.
“Nadie lo había logrado y muy pocos habían llegado tan lejos como aquella niña inquietante, que era demasiado mayor para convertirla en un goblin. Jareth contempló su cara en el cristal. Era demasiado mayor para ser un goblin, pero demasiado joven para quedársela él. ¡Malditos ojos inocentes!”.
No se trata de una historia de amor propiamente dicha, aunque contenga algunas de sus características y tensiones, sino un recorrido evolutivo, una aventura en la que Sarah descubrirá cómo es en realidad su vida, cómo es ella y su otro rostro, y lo más importante, cómo quiere ser.
“(…) encontrarás lo que buscas sólo si permaneces en tu sueño. Una vez lo abandones, estarás a merced de los sueños de otras personas. Harán de ti lo que quieran que seas. Olvídalos, Sarah. Confía en tu sueño”.
La historia de Dentro del Laberinto describe el oscuro paso entre la infancia y la adolescencia, sus emociones y deseos explosivos, y especialmente la pérdida de la inocencia. Porque ¿qué es el laberinto, más que la mente de Sarah, y los intrincados juegos de Jareth para que no llegue al castillo, sino su propia mente infantil, que no desea crecer ni enfrentar la realidad?
“No puedes mirar por dónde vas si no sabes adónde vas”.
SPOILER El final siempre me ha hecho llorar. Muchos pensarán que es porque Sarah vuelve al mundo real y deja a sus amigos al otro lado del espejo —aunque les pida que estén allí por si les necesita—, pero en realidad es por la partida de Jareth, convertido en lechuza, repudiado por Sarah, quien ya no le necesita y ha decidido dar carpetazo a ese lado fantasioso y alocado de su personalidad.
“Sarah… cuidado. Hasta ahora he sido generoso, pero puedo ser cruel. (…) He hecho todo lo que tú has querido. Pediste que me llevara al niño y me lo llevé. Te encogiste ante mí y yo me mostré aterrador. He cambiado el orden del tiempo. He vuelto el mundo del revés. Y todo lo he hecho por ti. Estoy agotado de vivir según lo que tú esperabas de mí”.
Más allá de su lado psicológico, es una novela de aventuras y amistad, con paisajes y personajes divertidos y entrañables, y unos diálogos de los que disfrutarán tanto pequeños como mayores.
Recomendada para todas las edades. Como lectura en casa y en el instituto. Para todos aquellos que quieran vivir una aventura. Para quienes no tengan miedo de volver a ser niños, pero tampoco de crecer.

Isabel del Río

Agosto 2016

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