TÍTULO: Maldita
Verdad
AUTOR: Empar Fernández
EDITORIAL: Versátil
SINOPSIS
Desde
su divorcio, hace ya varios años, Olga Bernabé convive con su hijo Daniel, que
se ha convertido en un desconocido de 17 años con el que apenas cruza alguna
palabra. Una noche de finales de septiembre, Olga regresa a casa a medianoche,
agotada tras una larguísima jornada en el hospital en el que trabaja y
sintiéndose más sola que nunca. Comprueba que Daniel no ha cenado y que está
acostado en su habitación con los auriculares puestos. Decide no despertarlo,
pero lo que descubrirá al día siguiente la impulsará a conocer la auténtica
vida de su hijo.
De la
mano de Raul Forcano, un investigador en ciernes, retrocederemos en la vida de
los protagonistas, hasta llegar a un suceso que quizás sea mejor seguir
ignorando. Conocer la verdad resultará para los implicados una verdadera
maldición.
OPINIÓN
Hoy os
quiero hablar de un libro que escogimos para el Club de Lectura de abril, se
trata del nuevo título de Empar Fernández, autora que ya ostenta el título de
"reina de la novela negra catalana".
Maldita Verdad es la
novela que cierra la que, en su anterior visita al Club de Lectura, la autora
definió como la trilogía de las emociones.
En esta
ocasión encontramos la dramática historia de una madre que halla muerto a su
hijo adolescente. Aparentemente se ha suicidado, peor no había indicios de que
el joven sufriera depresión, ni tampoco encuentran nota de suicidio. Raúl, un
joven de 30 años que está a punto de conseguir su licencia para convertirse en
Investigador Privado y anda liado arreglando el piso que ha de ser su despacho,
será el encargado de indagar en la vida del fallecido para poder ofrecer la
verdad a su madre, o al menos los motivos de su muerte para que la mujer pueda
estar en paz y seguir con su vida.
"La
puerta de Daniel estaba entornada, no cerrada. No la cerraba nunca, no
necesitaba confinarse, se limitaba a blindarse a sí mismo. Olga la empujó unos
centímetros, los justos para entrever el cuerpo de su hijo a la luz del
corredor. Daniel se había estirado sobre la cama completamente vestido y con
las deportivas todavía en los pies. Ni tan siquiera se había aflojado los
cordones (...). Cada vez más cosas de Daniel la superaban. Una de ellas era ese
encerrarse en sí mismo que al parecer era algo habitual en los chicos de su
edad y que a ella la sacaba de quicio".
En la
obra, Empar trata muchos temas escabrosos, de esos que todos somos levemente
conscientes pero de los que no queremos oír hablar, como por ejemplo la idea
que tenemos de la adolescencia, el sufrimiento y los cambios que se pasan en
esa edad y los oídos sordos —y ojos ciegos— de los adultos que los rodean,
asqueados por su comportamiento, pensando que "es algo normal y ya
pasará".
"«Será
usted bueno en lo suyo», había añadido antes de perderle de vista. Raúl quería
creerlo, lo intentaba, de hecho las palabras le venían una vez y otra a la
cabeza. Quizás era cierto, solo esperaba con todas sus fuerzas que en adelante
los casos resultaran algo más fáciles, menos delicados, que no comportaran
tener que decidir entre lo malo y lo peor".
Empar,
como ya hizo con sus anteriores historias, rompe con el estereotipo de novela
negra, aunque en esta ocasión regresa a un personaje clásico, el investigador
privado, pero fuera de contexto. Un investigador que, por su propia situación,
puede comprender mejor a la víctima.
"A
ojos del desconocido y de sí mismo él no era más que otro mierda. Uno más. Uno
de tantos. El mundo estaba lleno de gente como él, capullos de mierda que nunca
protagonizarían acto heroico alguno. En cada rincón, a cada paso. Miles y miles
de capullos de mierda que apenas conseguían ir tirando y que no lograban
entender de qué iba este maldito mundo".
He de
decir que la escena inicial me ha puesto los pelos de punta, pensar en cómo
alguien puede enfrentar una escena así es algo que se me escapa de las manos.
Es desbordante. Pero según avanzamos en sus páginas y descubrimos 'la maldita
verdad' comprendemos que el horror no había hecho más que empezar. No hablo de
un horror macabro y sangriento, sino de algo más íntimo y emocional, una
historia que te hace plantearte muchas preguntas y remueve nuestra conciencia,
pues ¿hasta dónde podemos llegar por proteger a alguien querido? ¿Cuánto peso
puede acarrear un alma? ¿Podemos hacer justicia por nuestra cuenta? ¿Y dónde
termina el sentido de supervivencia y empieza el crimen?
Los
personajes secundarios ofrecen distintos puntos de vista sobre todas estas
cuestiones y miradas múltiples sobre los resultados posibles.
"Alejandra,
con la taza de café entre los dedos, se situó a su espalda unos instantes y se
inclinó hasta que su barbilla se apoyó en el hombro de Raúl y su cabello le
rozó el cuello. Al joven un escalofrío le recorrió la espalda de arriba abajo
al sentirla tan cerca e intuirla tan y tan bella. Como si una lagartija
avanzará veloz sobre sus vértebras cervicales, se perdiera entre sus omóplatos
y alcanzará el final de su espalda. No pudo evitar tensarse como lo haría ante
un peligro inminente".
(SPOILER) Raúl
terminará por resolver el caso, pero ¿podrá ofrecer las respuestas que espera su
clienta? ¿O tendrá que dejar la ética profesional a un lado y mancharse las
manos?
"—Yo
solo quiero responder a mi cliente con...
—Sí,
ya, con la verdad... —repitió Carreras—. Bonitas palabras. La verdad, la ley,
la justicia... Suenan bien, siempre suenan bien. Ahora me dirás que trabajas
para que se haga justicia. ¿No es así?".
Una
lástima las erratas que encontramos a lo largo del libro.
Una
novela ágil que nos adentra en la mente de un niño, de un joven y de aquel que
ha de desentrañar su muerte.
Recomendada
a los amantes del thriller y la novela negra, y para todos aquellos que tengan
ganas de leer una historia llena de grises.
Isabel del Río
Abril 2016
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