TÍTULO: Psicosis
AUTOR: Robert Bloch
EDITORIAL: La Factoría de Ideas
SINOPSIS
Robert
Bloch es conocido por ser el autor de la obra maestra del terror Psicosis, llevada al cine en el clásico
de Hitchcock, pero además escribió más de veinte novelas por las que recibió
premios como el Hugo, el Stoker y el premio Mundial de Fantasía. Fue discípulo
de H. P. Lovecraft, y colaboró con él en la escritura de Los mitos de Cthulhu.
Era una
noche oscura y tormentosa; Mary Craine estaba exhausta, perdida, y al límite de
sus fuerzas, ansiosa por darse una ducha caliente y encontrar un lugar donde pasar
la noche. Cuando el Motel Bates apareció de pronto entre la tormenta, Mary
pensó que era su salvación. Las habitaciones eran viejas y húmedas, pero
estaban limpias, y el encargado, Norman Bates, parecía un tipo bastante
agradable, aunque un poco raro... Después Mary conoció a la madre de Norman. Y
el cuchillo de carnicero. La pesadilla acababa de empezar.
OPINIÓN
“Resulta curioso, se dijo Sam, cómo damos por hecho que sabemos todo lo que
hay que saber sobre otra persona solo porque los vemos a menudo o por algún
tipo de fuerte lazo emocional”.
Quién
no recuerda la famosa escena de la película de Hitchcock: ¿Psicosis? Un film que, por mucho que pase el tiempo, sigue
dejándonos el vello erizado y la sensación de ser observados, quitándonos las ganas
de conducir de noche, parar en algún hotel o darnos un baño.
“El
ruido era ensordecedor y la habitación estaba empezando a llenarse de vapor.
Por eso
no oyó la puerta abrirse, ni percibió el sonido de las pisadas. Y al principio,
cuando las cortinas de la ducha se separaron, el vapor ocultó la cara.
Pero
después sí que la vio allí… solo una cara, mirando entre las cortinas,
pendiendo en el aire como una máscara. Un pañuelo ocultaba el pelo y unos ojos
vidriosos miraban de un modo inhumano, pero no era una máscara, no podía
serlo”.
Psicosis es una novela de Robert
Bloch, autor de obras de terror y ficción, pero también guionista que, entre
otras, participó en la serie de Star Trek.
“En
cierto modo, casi puedo entenderlo. Ninguno estamos tan cuerdos como
pretendemos estar”.
Este
libro en cuestión fue un regalo de Ivan, a sabiendas de cuánto me gusta el cine
del director de la versión cinematográfica; que me encanta leer las novelas en
las que se basan las películas que me han atrapado; y que me pirra el terror,
se acercó a Gigamesh y me compró un ejemplar.
“(…)
miró por la ventana del salón. A primera vista no pudo creer lo que vio; no
había imaginado que un lugar así aún existiera hoy en día.
Normalmente,
incluso cuando una casa es vieja, ay algunos signos de alteración y mejora en
el interior. Pero el salón al que estaba mirando nunca se había modernizado (…)
estaba sacado directamente de finales del siglo XIX”.
Es uno
de esos títulos que tengo en la pila de libros por leer "sólo porque me
apetece", sin necesidad de que sea novedad o que quiera leerlo de cara a
una reseña, entrevista o club de lectura. Por ese motivo, el pobre se había
quedado casi dos años acumulando polvo hasta que el otro día dije: "de hoy
no pasa" y me deslicé, como la lluvia, por los ventanales del caserón de
los Bates, por el parabrisas del coche de Mary, por las mejillas de Lila y Sam,
incluso por el famoso filo que se clava, una y otra vez en su víctima, en la ducha
del motel, de manos de una anciana enferma, de la madre de Norman.
“Quería
gritarle que estaba equivocada, pero no pudo. Porque las cosas que le estaba
diciendo eran las cosas que él se había dicho a sí mismo una y otra vez a lo
largo de los años. Era verdad. Siempre le había dado órdenes, pero eso no
significaba que él tuviera que obedecer. En ocasiones las madres son
extremadamente posesivas, pero no todos los hijos permiten que los posean.
Había habido otras viudas, otros hijos únicos, y no todos ellos se habían visto
enredados en esa clase de relación. Era tanto su culpa como la de ella. Porque
no tenía agallas”.
Conocía
la historia y sabía cómo iba a acabar cada cuál, aun así, como me ocurrió al
leer Rebecca de Daphne Du Maurier y El Exorcista de William Peter Blatty,
haber visto la película no quita emoción al libro. Al contrario, soy consciente
de que, cuando ahora vuelva al film lo veré con más intensidad, con nuevos
matices que antes me pasaban desapercibidos, con guiños que sólo quien ha leído
la obra de Bloch puede descubrir.
“Era
verdad, se dijo. Lo peor ya había pasado. La peor parte había sido el día
anterior por la tarde, cuando había robado el dinero.
(…)
Mary dio una cabezada, resistiendo el impulso de cerrar los ojos, se puso
derecha bruscamente y observó el lateral de la carretera a través de una imagen
borrosa de oscuridad barrida por el viento y la lluvia.
Fue
entonces cuando vio el letrero, junto al camino que conducía al pequeño
edificio situado a ese lado de la carretera.
<>”.
Locura,
obsesión, amor-odio, magia arcaica y moral. Una novela repleta de claroscuros,
de personajes con múltiples rostros y verdades incómodas.
Una joven que desea empezar a vivir y, en un instante, se ve en la carretera,
huyendo con 40mil dólares en la guantera. Un hombre atrapado en un negocio sin
futuro, en una existencia decadente, ninguneado por su madre, entre su yo
infantil y un yo adulto incapaz de enfrentarse al espejo. Una hermana
preocupada, sincera e impulsiva, capaz de hacer cualquier cosa por encontrar a
la mujer que cuidó de ella en su infancia. Un hombre enamorado de una idea, que
lucha por pagar las deudas de su padre, por saca adelante el negocio familiar y
construir un futuro. Un investigador de seguros que persigue las pistas de una
ladrona hasta dar con una homicida. Una mujer con tanto poder que vence el
tiempo, el espacio y la muerte, una anciana que lo puede todo por defender su
hogar y a su hijo.
“Magia…
eso es solo una etiqueta. No significa absolutamente nada. No hace tanto que la
gente decía que la electricidad era magia. En realidad, es una fuerza, una
fuerza que puede ser aprovechada si conoces el secreto. La vida también es una
fuerza, una fuerza vital. Y como la electricidad, puedes apagarla y encenderla,
apagarla y encenderla”.
Misterio,
tensión y angustia. Una novela que hará las delicias de los amantes de los psicothrillers y de las historias para
leer con mantita en una tarde de tormenta.
“Y
entonces, cuando descorrió las cortinas de la ducha y miró abajo, hacia esa
cosa retorcida y rajada tirada en el suelo de la ducha, se dio cuenta de que
madre había utilizado las llaves”.
Isabel del Río
Septiembre 2015
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