viernes, 8 de mayo de 2015

RESEÑA y ENTREVISTA: “L'ALTRE COSTAT DEL MIRALL” de Iñaki Rubio


TÍTULO: L'ALTRE COSTAT DEL MIRALL
AUTOR: Iñaki Rubio
EDITORIAL: Pagès Editors
IDIOMA: Català

L Premi Recvll de Narració <>, 2014

SINOPSIS
(original de pageseditors.cat)
Els protagonistes dels contes de L’altre costat del mirall són personatges aparentment normals amb qui qualsevol de nosaltres pot sentir-se identificat: estudiants, treballadors, pares, mares, fills, pediatres o banquers són els habitants que pul·lulen per les pàgines d’aquest llibre com pels carrers de qualsevol ciutat. I les seves vides quotidianes, les seves històries predefinides, que parteixen d’un plantejament gairebé costumista, es veuen trencades per l’aparició d’elements fantàstics i humorístics que ens indiquen les múltiples fissures de la realitat per on podem evadir-nos de la rutina, dels maldecaps i de les crisis. L’autor, fugint de tot sentimentalisme, aconsegueix fer un retrat de l’Andorra contemporània a partir de temes o situacions actuals on tots ens podem reconèixer, com les nostres dèries amb els telèfons intel·ligents o amb les xarxes socials, els viatges, les relacions de parella, les frustracions laborals i personals, les festes nadalenques o els estius d’anunci.

OPINIÓN

Me considero una lectora de toda forma y género, me apasiona el teatro, me deshago en poesía y pierdo la noción del tiempo con las novelas, pero si hay algo que me enamora son los relatos. Soy de las que piensa que no hay nada más difícil que escribir un buen relato y que, al mismo tiempo, los relatos son lo mejor para aprender a escribir.
La antología de la que voy a escribir en esta ocasión es L'altre costat del mirall, un librito que incluye 15 relatos en los que se mezcla realidad, romance, mundos fantásticos, oníricos y ciencia ficción, con terror existencial, humor e ironía. En apenas 125 páginas podemos encontrar desde la narración de un primer amor hasta un terrible GPS que no sólo guiará nuestros movimientos por carretera.
Algo que me ha encantado ha sido esa manera de mezclar realidad y ficción de tal modo que, a veces, no sabes muy bien qué es qué y te hace dudar si el personaje desvaría o de veras podría ocurrir algo así.
El juego de espejos, ya sea de forma directa o metafórica, nos muestra una realidad escindida en la que intentamos negarnos o esconder aquello que muestra nuestro reflejo, ya sea individualmente o como sociedad.
Los personajes son tan cotidianos que el lector se identifica al momento. Del mismo modo, los paisajes y situaciones, excepto por los toques surrealistas y de ficción con los que juega el autor, son tan cercanos que dan credibilidad y coherencia a historias que, de otro modo, resultarían totalmente increíbles.
Los relatos son en catalán, con un lenguaje sencillo y cercano, y construcciones que agilizan la lectura. Ideal para aquellos que nos vemos obligados a leer a trompicones y en momentos robados al reloj.
Un libro que recomiendo a los amantes de las historias inverosímiles del día a día, a aquellos que disfruten de los buenos giros argumentales y de los finales truculentos, y para los que creen en aquello de que "Si lo bueno es breve...".

ENTREVISTA a Iñaki Rubio

SOBRE EL LIBRO

IDR: L'altre costat del mirall es una antología de relatos entre los que podemos encontrar fantasía, ciencia ficción, dosis de terror existencial, humor e ironía, romanticismo y realismo. ¿Con qué género te sientes más cómodo y por qué esa mezcla en la que tanto podemos encontrar el relato de un adolescente enamorado como el de un GPS diabólico?

IR: Yo concebí este libro como un conjunto de breves cápsulas literarias, pequeños divertimentos literarios y la ventaja del relato breve es que puedes ir variando de género, puedes combinar estilos muy diversos y la flexibilidad de los cuentos te permite cambiar de registro o de tono. Esa es tal vez una de las grandes ventajas del cuento con respecto a la novela. Ahora bien, lo difícil es conseguir un volumen variado y diverso pero a la vez cohesionado, coherente y que tenga un cierto sentido unitario. Precisamente para mí este era uno de los retos del libro: que a pesar de tanta variedad hubiera una cierta unidad y uno de los elementos para conseguirlo es esa mirada un tanto distanciada que relacionamos con la ironía pero que no se limita solo a la ironía. Y otro elemento es que todos los relatos se mueven en el terreno de lo cotidiano pero al final deberían proyectarle al lector alguna reflexión. Espero que al leer el libro, el lector sonría y a la vez que piense, dos cosas que creo que son cada vez más necesarias.
Y respondiendo concretamente a tu pregunta, me encuentro especialmente a gusto con los relatos en los que intento provocar una fractura con la manera de encarar la vida cotidiana, a menudo mediante el humor o elementos fantásticos.

IDR: Muchos desvalorizan el relato por creer que la novela es de mayor complejidad, mientras otros consideran el relato como el maestro del escritor. ¿Qué opinas de él? ¿Cómo te sientes escribiéndolos?

IR: A veces se considera el cuento como un género menor por ser breve pero en realidad en la brevedad del cuento es donde hallamos su verdadera complejidad. Por ejemplo, nadie considera la lírica como algo menor y la poesía suele ser incluso más breve que un cuento. Yo creo que el relato está a medio camino entre la poesía y la novela: es asequible como la prosa pero encierra una densidad que se parece a la de un poema. Y siempre permite más de una lectura.
Yo creo que el relato es muy exigente e incluso el lector muestra una predisposición distinta con los cuentos. Por ejemplo, inconscientemente, con una novela siempre tenemos paciencia si pierde fuerza en algún momento y no la dejamos aunque tenga diez páginas más flojas; sin embargo a un cuento que solo tiene diez páginas no le permitimos que baje la tensión en ningún momento. En muy poco espacio debes atrapar al lector, hacer que entre en la historia, que sienta que ahí dentro, en esas pocas páginas, va a encontrar algo que le hable de él, que le diga cosas de su propia vida. Por eso es un género que me parece muy difícil y a la vez fascinante. La intensidad y la concisión imprescindibles en los cuentos van mucho con mi forma de ser, por eso me encuentro tan a gusto escribiéndolos.

IDR: Conozco autores que consideran más complicado escribir un relato que una novela de 300 páginas y otros que se desenvuelven en él como pez en el agua. ¿Entre cuáles te encuentras?

IR: Como te decía hace un momento, yo me encuentro muy cómodo con el género corto. Me gusta tener el control de todos los elementos narrativos y poder crear pequeños mundos autónomos, echar un vistazo como si mirara a través de una cerradura, espiar momentáneamente a los personajes y sus vidas y dejarlos allí, encerrados en su mundo. Es como si pudieras espiar a los vecinos de una escalera pero solo pudieras estar un rato en cada piso. El cuento sería como una carrera de cien metros y tienes que dejarlo todo, exprimirte al máximo en ese poco espacio. En cambio la novela sería como un maratón, en el que vas pasando por diferentes paisajes y tienes más tiempo.

IDR: ¿Cuál o cuáles son las claves de un buen relato?

IR: A mí me parece que los relatos tienen que ser intensos y contundentes, no deberían dejarte indiferente. Tienen que remover algo ahí dentro. Cuando digo intensos quiero decir que deben tener una cierta condensación especial, que haya algo que los comprima. Además la concisión me parece inherente al género: creo que un relato al que se le añaden historias secundarias o que se alarga innecesariamente siempre pierde fuerza. En un cuento debe estar todo lo necesario y solo  lo necesario. Dicho de otro modo, no debe sobrar nada.
A mí particularmente me gusta concebir los relatos por capas, como quien cocina un buen plato: necesitas una base, que sería el argumento, la trama y los personajes, pero luego necesitas añadir ciertos ingredientes cada vez más sutiles, quizás imperceptibles para el paladar en una primera lectura. Por eso creo que un buen cuento siempre acepta o requiere más de una lectura para disfrutarlo del todo. Y saborearlo por segunda o tercera vez, como si fuéramos rumiantes.
Además me encanta plantear el relato como una especie de juego con el lector en el que le voy dejando ciertas pistas o indicios que en el fondo le dirigen inevitablemente al final y que solo en el final tienen sentido. Pero sin hacer trampas: si hay una sorpresa al final, tiene que encajar con el resto de piezas y no tiene que ser gratuito.

IDR: Muchos de los finales son oscuros y trágicos. ¿Qué pretendías con esos cierres dramáticos del destino?

IR: Es cierto que hay muchos relatos en los que al final hay un cierre un poco existencial, con un tono de desengaño pero para mí lo importante era el contraste entre esos temas más serios pero tratarlos con un tono ligero, con humor, sin pretensiones grandilocuentes. Por eso digo que son cuentos que intentan hacer sonreír pero también pretenden hacer reflexionar.

IDR: Entre todos los relatos ha habido uno que pienso robarte para mis talleres de narrativa. ¿Cómo se te ocurrió 'Exercicis d’estil'? ¿Fue complicado escribirlo? 

IR: En realidad no fue complicado en cuanto tuve la idea. Este es un buen ejemplo de lo que te decía antes de que hay una serie de “pistas” que te llevan al final y en realidad desde la primera línea, el final es previsible aunque en la primera lectura te coge desprevenido.
La idea original era escribir un cuento de género negro. Me lo plantee como un reto conmigo mismo porque jamás he escrito ni he leído mucha novela negra. Pero me parecía un juego divertido aunque no pude evitar recurrir a la literatura para escribirlo: junté el libro de Raymond Queneau titulado Ejercicios de estilo con Continuidad de los parques de Cortázar. Son pequeños homenajes que el lector puede descubrir (o no), juegos en los cuentos con variaciones y mutaciones de otros libros. Lo divertido para mí fue manejar esos dos referentes y a la vez trasladarlos al género negro. A la vez tuve que informarme sobre armas y otros métodos policiales. Fue divertido.

IDR: Laltre costat del mirall hace referencia directa a un par de relatos de la antología, pero también, de forma metafórica, a todos los demás, pues todos reflejan realidades escindidas que, muchas veces, intentamos ignorar. ¿Cómo se te ocurrió el tema? 

IR: Creo que la sociedad contemporánea nos empuja un poco a todos a ese tipo de vida un poco desdoblada entre lo que somos y lo que queremos ser o queríamos ser, y como bien dices intentamos ignorar esa distorsión porque nos incomoda. Procuramos desviar la mirada pero los espejos son implacables porque te devuelven la realidad. Si te fijas, muchos de los personajes del libro viven en cierta incomodidad consigo mismos, intentan huir de sus rutinas, cambiar de rutinas pero se sienten atrapados, encallados y no acaban de saber cómo encajar en su propia vida. Me interesaba abordar este tema pero hacerlo sin grandes digresiones ni un tono grandilocuente, sino todo lo contrario porque en el fondo el relato de nuestras vidas lo construimos a partir de pequeñas costumbres del día a día, nuestras rutinas cotidianas que parecen intrascendentes pero que en el fondo acaban dictando nuestro destino. Y me gustaría que el libro también actuase como un espejo con los lectores y les hiciera reflexionar sobre sus propias vidas y no dejar que los hábitos o las costumbres diarios nos marquen el camino. A muchos nos ha pasado que vas pasando de día en día, de año en año, y al final, algún día te encuentras en escenarios vitales que te desconciertan y te preguntas “¿y yo qué narices hago aquí?”.

IDR: Debe ser complicado reunir 15 relatos que sean originales y distintos, pero a la vez compartan un nexo que los una. ¿Cómo lo hiciste? ¿Lo decidiste de antemano o reuniste algunos ya escritos con otros de nueva cosecha?

IR: El origen del libro está en mi blog (www.inakirubio.com) donde voy publicando pequeños cuentos de forma regular y al preparar un par de cuentos para el blog me vino la idea del conjunto, una idea más o menos precisa de lo que quería. En aquel momento tenía sentido así que abandoné momentáneamente el blog y me puse a escribir el libro con la estructura general en la cabeza. En cuanto me puse a trabajar en serio en el libro, un cuento me llevaba a otro y así los fui encadenando todos. Fue muy intenso, pero también agotador.

IDR: La mayoría de relatos, por no decir todos, ocurren en Andorra. ¿Querías jugar con ese marco o eres de los autores que creen que mejor hablar de aquello que conocemos de primera mano?

IR: En realidad ambas opciones son válidas. Para empezar, y aunque en los relatos más fantásticos parezca que no sea así, yo parto de la realidad inmediata, la que observo en las calles, en el centro comercial, etc. Parto de la realidad inmediata aunque procuro transformarla pero precisamente por eso muchos relatos ocurren en Andorra, porque es donde vivo y puedo partir de detalles reales.
Por otra parte hablar de la Andorra actual, superando el localismo o el costumbrismo me parecía atrevido y era otra forma de cruzar la frontera del espejo. Andorra ha cambiado mucho en pocas décadas, y coexisten la vieja Andorra rural, con la ciudad de negocios y comercio o el destino turístico. Pero también una Andorra de trabajadores que a veces parecen invisibles. Es una sociedad condensada, comprimida (casi como un cuento) en la que los extremos se tocan y coexisten, a veces yuxtaponiéndose o ignorándose. Es cierto que eso también ocurre en casi todos los lugares pero Andorra es tan pequeña que estos extremos son muy visibles. Aunque solo para quien quiera verlos, claro.

IDR: Las nuevas tecnologías están muy presentes en las narraciones, tanto que, en más de una ocasión, son protagonistas. ¿Es algún tipo de crítica o una manera de hacer que los relatos sean más cercanos y actuales?

IR: Otra vez ambas cosas: la tecnología y los múltiples gadgets tecnológicos se han instalado en nuestra forma de vivir de una manera fascinante y si retrato la vida cotidiana es normal que aparezcan en los cuentos. Ahora bien, en algunos casos el cuento pretende provocar una reflexión crítica sobre el uso que hacemos de estas tecnologías.

IDR: La antología fue ganadora del L Premi Recvll de Narració <>, 2014. ¿Te lo esperabas? ¿Cómo te sentiste al recibir el premio? ¿Ha supuesto alguna diferencia de cara a tus lectores?

IR: Cuando tenía el libro casi acabado, me pregunté “¿y ahora qué haré con este libro?” Y se me ocurrió buscar concursos. De inmediato me encontré las bases del Premi Recvll, nada menos que en su edición nº 50 y me volqué en acabar el libro de modo que lo presenté casi sin tiempo para digerirlo. Al principio estaba convencido de que era un volumen con posibilidades aunque a medida que pasan los meses empiezas a realizar que siempre es difícil ganar así que cuando supe que había ganado me llevé una sorpresa porque ya me había preparado mentalmente para lo contrario. Y un premio así, con una tradición tan larga y con nombres ilustres en su palmarés, a un autor que empieza y que va por libre, que escribe cuentos y encima los escribe desde una supuesta periferia como es Andorra, pues como puedes imaginar me ha servido mucho para conseguir un poco de visibilidad y empezar a conseguir  más lectores.

SOBRE EL AUTOR

IDR: ¿Tienes alguna metodología a la hora de escribir? ¿Trabajas con guión o prefieres dejar libres a los personajes y las situaciones?

IR: Suelo tomar notas y apuntes en papelitos y libretitas aunque luego raramente los consulto. Eso sí, si un tema o anécdota se repite mucho entonces sé que ahí tengo una historia por explicar. Entonces siempre me hago un esquema, pero ni siquiera lo escribo, lo voy trabajando y madurando mentalmente y cuando ya tengo claro el plan de trabajo empiezo a escribir. El primer borrador suele ser el más largo. Las sucesivas revisiones las dedico a condensar, sacar lo prescindible, y así quedarme con lo esencial.

IDR: ¿Prefieres alguna hora o ambiente concreto para escribir? ¿Eres de los que espera a las musas o, como Picasso, la inspiración te pilla trabajando?

IR: Intento ser disciplinado y aprovecho los espacios de tiempo que tengo para escribir. Pero necesito ponerme una especie de horario aunque raramente lo cumplo: cuando no estoy escribiendo nada concreto, la noción de tener ese tiempo para la creación me obliga a trabajar (revisar textos, escribir cuentos para el blog, artículos para la prensa andorrana o simplemente leer), y entonces sí que cumplo el horario. Pero cuando estoy enfrascado en algún proyecto concreto, como que tengo un punto obsesivo, pues entonces me paso del horario. Aunque no le haga caso, la noción de horario, de límite, sirve para que no me pase demasiado.

IDR: ¿Eres de relatos o te gusta jugar con distintos formatos?

IR: Soy sobretodo de relatos pero también me gusta escribir novela. Ahora estoy acabando la que debería ser mi primera novela. Aunque sigo escribiendo cuentos.

IDR: ¿Tienes predilección por algún género? ¿Existe alguno que no tocarías nunca?

IR: Soy muy prosaico (es broma), quiero decir que lo mío es la prosa y seguramente los lectores de poesía agradecerán que no me meta en ese género. Me gusta leerla y aprender a jugar con la sonoridad de las palabras (en realidad a menudo me leo mis cuentos en voz alta para oír cómo suenan), pero escribir buena poesía me parece muy difícil. Es quizás el único género en el que no me veo.

IDR: ¿Cuánto de Iñaki hay en tus personajes?

IR: Aunque muchas anécdotas puedan partir de mi vida cotidiana, en realidad procuro que no haya mucho de mí en mis personajes por una razón muy sencilla: como te decía antes, en un cuento tienes muy pocas páginas para captar al lector y yo quiero que el lector se sienta identificado. Si en un cuento breve, en unas pocas páginas, el lector no reconoce algo de su vida, dejará de leer. Por eso, en esas páginas a mí no me tiene que ver, sino que se tiene que reconocer a sí mismo, las páginas del cuento tienen que devolverle una imagen de sí mismo, como en un espejo.

IDR: Para hallar las situaciones y personajes sobre los que escribes, ¿en qué te basas? ¿Con qué te inspiras? ¿Te documentas sobre los temas que vas a escribir o trabajas sobre la marcha?

IR: Yo me inspiro de la vida cotidiana, del día a día. Creo que lo primero que tiene que hacer un escritor es observar la realidad, y a mí me encanta hacerlo pero a la vez mirar las cosas desde un punto de vista distinto al habitual, para romper con el discurso preestablecido, con lo ya sabido y que hace que la rutina se convierta en algo tedioso. En cambio me parece que lo que determina que la vida sea aburrida o pura poesía es la propia mirada. Quizás no podemos cambiar la realidad pero sí la forma de enfocarla.
Por eso, de momento,  no necesito documentarme porque escribo sobre la vida real y cotidiana.

IDR: ¿De qué fuentes bebes?

IR: Hay muchos autores aunque muchos tienen en común esta visión diferente de la realidad: El Quijote es imprescindible, Cortázar, García Márquez, Ramón Gómez de la Serna, por ejemplo. Y entre los autores catalanes, Pere Calders o Francesc Trabal, autores un tanto olvidados pero muy interesantes. Además en el libro hay múltiples referencias a otros autores como Nabokov.

IDR: Si tuvieras que recomendar algún título y autor ahora mismo, ¿cuál/quién sería?

IR: Ante estas preguntas un poco comprometidas (escoger solo un libro es dificilísimo), acudiría a la seguridad confortable de los clásicos para no equivocarme: Cien años de soledad de García Márquez. ¡Quién pudiera escribir un libro así!



Isabel del Río
Mayo 2015

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