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sábado, 29 de diciembre de 2012

Astrid, capítulo 71: La llamada que lo desató


Jueves, 30 de octubre de 2008
En Barcelona

Después del viaje, Laura está distinta conmigo, quizá es que yo también lo estoy con ella, y creo que Bernard se ha dado cuenta porque ha dejado de presionarla para que se marche.
Al llegar a casa me preguntó si todo había ido bien y, cuando le dije que sí, que habíamos hablado y que ahora podía entender un poco por qué se había portado tan mal conmigo, él sólo bajó la vista y preparó la comida en silencio.

Riiing… Riiing…
El teléfono suena. Salgo corriendo de la habitación y dejo mis pinturas tiradas por el suelo. Descuelgo sin aliento.
¿Diga? pregunto.
Eh…hola… ¿está Bernard?
Esa voz… La reconozco.
¿Mario?
Silencio. No ha colgado, su respiración entrecortada e incómoda sigue ahí.
Hola, Astrid.
Hola… Cuánto tiempo digo emocionada.
No quería hablar contigo oigo en mi cabeza , le asquea verse obligado a conversar con la niña molesta que lo enredó…
No, no está Bernard mi voz suena lejana, ajena.
Bueno... quería hablar con él...
¿Ves? Quería hablar con Bernard, no con la puta de 13 años que sueña con él cada noche Risas y más risas resuenan en mi cerebro.
¿Y tú qué tal? pregunta.
Me muerdo la lengua para contener las palabras que iban a salir por mi boca. Saboreo el metal carmesí, caliente y líquido, y contesto.
Está en la librería, si quieres te doy el teléfono de allí, aunque está muy ocupado y puede que no te lo coja… También puedo tomar nota del tuyo y él te llamará luego.
Desearías que te dijera que no hace falta, que te contara cuánto te añora… Su sorna agujerea desde dentro mis oídos.
Bueno... dame el de la tienda... Yo lo llamo responde Mario.
Lo musito mecánicamente. Trato de contener el dolor de cabeza que lucha por salir entre mis dientes; un grito de auxilio en forma de afilados reproches.
Adiós digo.
Cuelgo.
Niña tonta. ¿Te resistes? ¿Cuánto crees que aguantarás con el dolor que te consume?
Déjame en paz, déjame… Las lágrimas se desbordan y corro a refugiarme en mi habitación para que nadie me vea así.
Laura se cruza conmigo en el pasillo. Me para y me agarra por los hombros.
Astrid, ¿estás bien? ¿Qué ocurre?
Nada respondo secamente.
Vamos, Astrid, ¿qué ha pasado? ¿Ha sido Bernard?
¿¡Ahora te preocupas zorra?! grito . Me abandonaste y ahora me he convertido en un monstruo como tú.
El portazo resuena en el pequeño piso. Escucho romperse el espejo del pasillo al chocar contra el suelo.
Yo no he sido… no he sido… susurro entre hipidos . Yo no quería…
Eso da igual, pronto harás lo que yo te mande.
Es alto, de cabeza cuadrada y rasgos marcados. Sus ojos son azules, como los de papá, y me hielan el alma. Es demasiado fuerte.

(Fragmento enlazado con el nº110 de Mario)

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