@IsabelDlRio / @miransaya

lunes, 30 de abril de 2012

Nieve 13. Dolor blanco


Las cosas no suelen salir cómo planeábamos y, aún sin hacerlo, nos decepcionan.
Lars volvió a alzar los brazos sobre la cabeza para indicarme qué esperaba de mí. Resoplé, hastiada por tanta práctica, y nos rodee en una burbuja de protección cristalina.
—Perfecto. Sabía que podías hacerlo —dijo él con ese gesto que supuestamente significaba orgullo.
Me desplomé en una de las sillas del salón y observé cómo Joel jugaba con unos naipes viejos de Scooby Doo que guardaba en la mesilla del teléfono.
—¿Dónde está Lara? —pregunté ante la triste imagen del niño solitario.
Ante mi pregunta, Lars se tensó y empezó a revisar todas las habitaciones. Por lo visto no era la única que se había dado cuenta del cambio en el comportamiento de Lara.
Cubrí mi rostro con ambas manos y esperé, dejé que el tiempo cobrara su ritmo natural, resultaba agotador permanecer con ellos. Era consciente de los esfuerzos de Lars por enseñarme cuál era mi nuevo yo, pero muchas cosas se le escapaban, él no conocía el verdadero cambio que se había operado en mí.
Sentí una mano en mi espalda y después escuché un quejido débil, como el de un animalillo asustado. Me descubrí y miré a mi alrededor. A un lado vi a Lara, que había aparecido, y a Lars, que la regañaba con tono sombrío. Cerca de mí, con la espalda contra la pared, Joel me observaba tembloroso y pálido.
—¿Te encuentras bien? —pregunté. Alargué la mano para comprobarlo, pero el niño me rehuyó hacia la puerta de la cocina—. Vamos, no voy a morderte —bromeé.
Entonces me mostró la palma derecha. Había sido él quién me había tocado y también quién había proferido el quejido. La piel que me mostraba estaba enrojecida y surcada por ampollas purulentas, parecía como si la hubiera puesto sobre un hierro al rojo.
—Yo… Lo siento —musité al comprender que era culpa mía.
Ya había visto sus reacciones cuando me movía a velocidad normal, pero no me había parado a pensar qué ocurriría si me tocaban mientras me encontraba en aquel estado.
—Estabas tan fría que ardías —dijo el niño entre sollozos de dolor.
De todos los nuevos compañeros que me había encontrado, a quien más admiraba era a Joel. Ese crío era capaz de soportarlo todo por el bien de su hermana y, por algún motivo, ahora también por el mío. Me arrodille y abrí mis manos ante el en forma de cuenco.
—Permíteme, sé que eres valiente… —susurré sólo para él.
El niño asintió y dejó su mano herida sobre las mías. Cerré los ojos y me concentré. Si podía hacer daño, también podía curar, sólo era cuestión de modificar la materia y ya lo había hecho con otros objetos, congelándolos y derritiéndolos, incluso para cambiar su forma. Dejé de respirar y me permití ser yo misma durante una eternidad para mí y unos minutos para Joel. Cuando regresé, él lloraba con una extraña sonrisa en los labios.
—¿Te he vuelto a hacer daño? —pregunté sintiendo cómo la culpabilidad volvía a cobrar importancia en mi ser.
—No, para nada —dijo él—, pero he visto a mamá.
Lars, que nos observaba en silencio mientras Lara se escabullía en un rincón del salón, musitó algo entre dientes que no acabé de entender, porque Joel se había abrazado a mí con tal fuerza que apenas pude controlar mis ganas de morderle.

Isabel del Río
Abril 2012

domingo, 29 de abril de 2012

Coma de Dianna Marquès








Coma
Dianna Marquès
Huérfanos Literarios

En la diada de Sant Jordi cayó en mis manos la nueva novela de Dianna Marquès, y desde ese momento quedé enganchada a sus personajes, desde Justin hasta Amber, pero como no dispongo de mucho tiempo para leer, al despertar este fin de semana me he sumergido en su mundo futurista hasta la última palabra.
Esta es una historia que empieza en nuestra contemporaneidad, con un ambiente más bien de película juvenil americana, y todo parece desarrollarse con normalidad hasta que los niños y adolescentes caen en un profundo sueño por una extraña enfermedad. Será un grupo de estos jóvenes quienes desarrollarán el resto de historia, a partir de su despertar en un futuro incierto, abandonados a su suerte en una naturaleza salvaje que recuerda el apocalipsis de su antiguo mundo.
Tendrán que superar sus miedos, aprender a ser adultos y aceptar su nueva situación y responsabilidades. La amistad, el odio y el amor se entremezclan en sus páginas junto con lecciones de humildad, respeto por la naturaleza y amor al prójimo, claro que ese toque oscuro que nos hace humanos, incapaces de negarnos a la dulce melodía de la venganza, también se encuentra reflejado en su historia. Es agradable leer una novela que se aleja de las convencionales historias románticas para adolescentes y, a pesar de que la pasión y el romance están más que presentes, no resulte empalagosa, sino un grito de esperanza en un mundo de soledad.
Pero, ¿qué es lo que ocurrió en realidad al caer los jóvenes en coma? ¿Qué hay detrás de toda esa enfermedad? ¿De dónde procede esa luz cegadora azul que parece devorarlos uno a uno? Y no menos importante, ¿por qué son incapaces de sentir tristeza? Estas son pregunta que tendréis que resolver vosotros mismos, pues no voy a destrozaros la tensión de la novela. Sólo os diré que las sorpresas no terminan en su despertar, sino que tendrán que vivir y ver mucho más hasta poder resolver su extraño viaje con un final apoteósico y ardiente… Claro que el amor sobrevive a todo.
Recomendado para todos los amantes de novela juvenil, romántica y a aquellos que les gusta la ficción en todas sus vertientes.
Aquí os dejo el enlace a su booktrailer:
Enlace de lareseña en Los Libros de mi Vida:
Isabel del Río
Abril 2012


martes, 24 de abril de 2012

Nueva reseña en Los Libros de mi Vida: Øbliviøn de Francesc Miralles



Øbliviøn. Un cielo tras otro
Francesc Miralles
La Galera

Ya hace más de una semana que se celebró la presentación de la nueva novela de Francesc Miralles, donde se confundieron literatura y música del mismo modo que en sus historias. Allí fue donde conseguí mi ejemplar de Øbliviøn.
He de decir que Francesc lo ha vuelto a conseguir, con cada novedad nos deja a la espera de un poco más, se está convirtiendo en el dueño de una de las estanterías de mi librería personal.
El inicio de la novela prende interrogantes de sus páginas y nos obliga a pasarlas con rapidez para alcanzar las respuestas. Un espejismo de infancia nos adentra en la vida de Sasha y nos hace sentir la perdida, la soledad, la compañía de la amistad, la locura del amor y la capacidad de creer en imposibles. Pero, ¿no es eso lo que ocurre cuando un astronauta se enamora de un ángel de Marte? Ya nos confesó su autor que los personajes de una canción de David Bowie le habían servido de inspiración.
Øbliviøn viaja entre los sueños y la realidad, pues Sasha es un astronauta perdido en su propio mundo al que la mayoría de las cosas le resultan confusas y ajenas. Será Birdy, una joven independiente y guerrera que los lectores de Retrum recordaremos de la última entrega de la saga, quién le ayudará a salir del abismo en el que se sumergió a partir del momento en que se instaló con tío Zeus. Claro que, en las novelas de Francesc, nada suele ser lo que parece, y un extraño lugar llamado Øbliviøn se cruzará en su camino, un espacio construido a partir de retazos de leyendas y deseos en el que sólo el amor y el delirio tienen espacio. En ese mundo extravagante Sasha sentirá cómo le dan alas y al mismo tiempo lo reducen a polvo, e irá más lejos de lo que se creía capaz para volver a ver a la chica de los pantalones rojos, una aventura que le hará caer en las redes de un peligroso experimento.
Los personajes, algunos reencontrados con alegría, me han cautivado, especialmente la hikikomori que ayuda a nuestro protagonista. La historia de amor me ha recordado, por su pasión e imposibilidad, a Cris y su ángel nocturno en Retrum. Y el viaje de Sasha se me ha antojado un retorno a Ítaca, una metáfora del reencuentro con aquella pieza que perdimos y sin la que no encajamos en ningún lugar.
De nuevo, Francesc Miralles nos ha dejado con la miel en los labios y aquí estamos, esperando desde nuestra base lunar…, y nosotros no vamos a olvidar.

Enlace con Los Libros de mi Vida http://loslibrosdemivida.blogspot.com.es/2012/04/blivin-de-francesc-miralles-blivin.html

martes, 17 de abril de 2012

Estamos de reformas


Próximamente abrirá sus puertas la nueva Web

www.isabeldelriosanz.com

Vamos a subir lentamente los relatos y poemas que tenemos aquí, y las futuras publicaciones de Nieve podréis encontrarlas directamente en su muro. Todo para mejorar la accesibilidad y que así podamos estar bien al día.

Un abrazo bien fuerte y hasta la fiesta de inauguración ;D


jueves, 12 de abril de 2012

Nieve 12. Vida surgida del hielo




Al despertar no reconocí nada de lo que me rodeaba, supuestamente aquel era mi piso y, los extraños que me no me perdían de vista, mis compañeros de viaje, pero yo sólo veía muros de ladrillo y rostros de carne. El tiempo se me hacía interminable, en lo que ellos hablaban y se movían a mí alrededor, yo sentía que había vivido dos vidas enteras. Cansada de estar estirada en el suelo me levanté y fui a buscar un vaso de agua.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Tara a mi espalda.
Regresé al salón y me encontré con Lars y los dos niños frotándose los ojos enrojecidos.
—¿Estáis bien? —pregunté antes de quitarme la chaqueta y preguntarme por qué todos iban tan abrigados.
—Vive… —musitó Joel, después recorrió el espacio que había entre el suelo y donde me encontraba ahora y preguntó—. ¿Cómo has llegado hasta ahí?
—A pie —respondí, no sin cierta ironía.
Lars permanecía en silencio, era como si de pronto su mente se hubiera desconectado y no pudiera continuar con la actuación. Sus pupilas se alargaron cada vez más y pude vislumbrar los dientes afilados que ocultaba su boca.
—¿Se puede saber qué os ocurre? No tengo tiempo para quedarme aquí mirándoos embobada —dije molesta por la situación.
Sentía como el tiempo se expandía y yo lo perdía por completo, mientras ellos no hacían nada de provecho. Suspiré y me asomé a la ventana. El aire fresco me recompuso, el frío me ayudaba a permanecer en aquel estado sólido y compacto al que estaba obligado mi cuerpo.
—¡Cierra eso! —gritó Lara y me empujó para llegar a la ventana—. ¿Quieres que nos congelemos?
—Lo que no comprendo es cómo no os asfixiáis aquí dentro —rugí asqueada y me quité el resto de la ropa hasta quedarme en tirantes.
Podía percibir el odio que la niña sentía por mí, aunque no comprendía por qué. Apestaba a miedo y a rabia, si no la conociera la habría devorado.
—Has regresado. ¿No recuerdas qué ha ocurrido? —preguntó Lars, de nuevo en activo.
Su rostro había vuelto a la normalidad, volvía a ser el hombre atractivo y misterioso que se había presentado ante mi puesta horas antes.
—No estoy segura, se ha producido un cambio, pero nada importante —respondí incómoda por las muestras de afecto que de pronto Lars me demostraba.
Se acercó a mí y me acarició el rostro mientras Lara me atravesaba desairada con sus pensamientos.
—Necesito largarme de aquí, acabaréis por volverme loca —dije.
Abrí la puerta y salí a la escalera. Joel y Lars se apresuraron tras de mí, pero el pequeño no podía soportar la temperatura.
—No aguantaremos ahí afuera —Lars alcanzó mi mano y me detuvo—. Quédate, te enseñaré a controlarlo y así podremos continuar con el plan.
—¿Por qué debería hacerlo? ¿Qué más me da tu plan? A mí sólo me interesa alejarme de vuestros agobiantes sentimientos, de vuestra lentitud… ¿A caso crees que me importáis lo más mínimo?
Su mano se volvió rígida y afilada, me soltó. Le había herido y lo sabía, aunque no conocía realmente sus sentimientos, afloraban la superficie recuerdos de un futuro ya perdido.
—Beth, hablas así por lo que te ha ocurrido, pero te aseguro que en unas horas te sentirás muy distinta. No vas a poder controlar lo que ahora eres sin que alguien te ayude.
—¿Y ese alguien eres tú?
Lars asintió y recuperó su frialdad de guardián.
—He sido preparado para esa misión, aunque nunca creímos que llegaría el día.
En el rellano, ante la puerta de mi antiguo piso, dos niños tiritaban mientras esperaban a que tomara la decisión más acertada, o al menos la que les permitiría vivir un día más. Chasquee la lengua con fastidio y accedí a seguir sus instrucciones.
De nuevo acompasé mi ritmo al de sus corazones. Resultaba agotador estar viva.

Isabel del Río
Abril 2012