@IsabelDlRio / @miransaya

miércoles, 28 de marzo de 2012

Nieve 11. Amor cristalizado




El amor es complicado, sobre todo cuando el otro no conoce tus sentimientos. Existen situaciones tan complicadas que es mejor acallar al corazón, pero éste no se conforma con poder ver a la persona amada. No hablar es el dolor más grande que podemos imaginar, un vacío más profundo que la muerte.
El salón se había convertido en un frigorífico. Tara y Joel lloraban aterrorizados junto a los restos de la anciana, mientras Lars apretaba la mano de Beth contra su pecho. Casi parecía humano, su mirada de hielo se había suavizado y recordaba a un páramo antes de la tempestad. La niña se secó las lágrimas con la manga del anorak y se acercó al hombre que les había salvado la vida.
—¿Qué va a pasar ahora? ¿A dónde vamos a ir? —preguntó arrodillándose junto a Lars en busca de consuelo.
—No hay esperanza —respondió este, resiguió con suavidad la línea del rostro de Beth y añadió—. Ahora ya nada importa.
El estómago de Tara se contrajo y un sentimiento que nunca antes había experimentado hizo que alejara de un golpe la mano que Lars sostenía con afecto.
—¡No deberíamos haber venido! ¡¡Si no fuera por ella yo sería la Dama!! ¡Me protegerías a mí y no a ella!
Su hermano, que se había mantenido al margen durante todo el tiempo, la agarró por los hombros y dijo apenado:
—Si te hubiera pasado el don ahora estarías muerta.
Tara escapó de su hermano y se guareció en un rincón de la sala. No deseaba pensar en ello, no quería imaginar que terminarían así, pero lo que realmente la carcomía por dentro era la mirada de Lars, que ni siquiera se había inmutado y continuaba junto al cuerpo sin vida de la chica a la que amaba.
—Tenemos que irnos —dijo Joel. El niño soportaba el peso que los demás no querían reconocer, pero empezaba a ser demasiado para su espalda—. Si nos quedamos aquí nos congelaremos.
—Ha sido la Dama, hemos perdido su protección en el momento en que se ha desintegrado —explicó Lars.
Alzó la vista para analizar la situación. Tara permanecía a un lado, acurrucada, tiritaba y musitaba algo entre dientes. Joel estaba pálido, aguantaba de pie por los demás, pero no tardaría en perder el conocimiento.
—Recoged todo lo que creáis que nos puede ser útil. Nos vamos.
En cuanto oyó las últimas palabras, la niña se alzó y empezó a recoger las cosas en sus mochilas. Su hermano permanecía paralizado, como un juguete al que se le ha agotado la cuerda.
—Vamos Joel —dijo Lars—. Eres fuerte, puedes hacerlo.
Pero el niño no respondía. Su rostro infantil empezó a mutar en un gesto entre miedo y fascinación, abrió los ojos y la boca como si de ellos tuviera que escapar la vida, y alzó una mano con el dedo índice tembloroso. Ambos siguieron la dirección que Joel señalaba y una luz azulada y penetrante los cegó.

Isabel del Río
Marzo 2012

4 comentarios:

Rebeka October dijo...

Me has dejado de piedra, congelada, queriendo saber más!!xD

Impactantes tus letras, llenas de sentimiento e intriga!

Besosss!!

Mânes dijo...

Gracias belleza, ahora voy a colgar algo más de Astrid para los que no la han leído. Por cierto, ¿ya tienes Oblivion?

Rebeka October dijo...

http://misangrederramada.blogspot.com.es/2012/03/resena-oblivion-de-francesc-miralles.html

xD

Mânes dijo...

¡Es cierto! Pero si eres de las primeras que colgó reseña, con lo que me gustó. Anda que si no tuviera la cabeza unida por el cuello...