miércoles, 21 de diciembre de 2011

Pensamientos filosóficos, 1

No creo que el ser humano sea bueno por naturaleza, sino que podemos serlo. Ahí radica la grandeza: a pesar de ser capaces de las peores cosas por satisfacer nuestras necesidades y deseos, podemos elegir hacer las mejores. Nuestras elecciones, nuestro esfuerzo y nuestras acciones son las que determinan quiénes somos, no nuestra especie, raza, genero o familia.

Somos individuos, peculiares y únicos, que vivimos en sociedad por convención y necesidad. Necesitamos al otro para reconocernos a nosotros mismos en él y a la vez lo repudiamos por ser el límite de nuestra libertad. Somos seres sociales-antisociales.

Nuestro mundo se configura por la manera en que tenemos de ver, comprender y reaccionar ante la vida. Nuestra verdad es la Verdad y la del otro ha de coincidir con ella o estará equivocada. Pero, en realidad, la historia y la biología nos han demostrado que la originalidad, ya sea en el pensamiento o en los organismos, lleva a la evolución. Por el contrario, la pasividad, el mimetismo, el proceso de hibernación sólo nos conducen a la muerte, creativa, moral y vital.

Las masas dan seguridad, pero cuando el depredador ataca, los débiles quedan atrás y son devorados por la maquinaria. ¿Qué ocurriría si no hubiera individuos débiles en la manada? ¿Y si un bisonte cargara contra la leona?

Somos ingenuos hasta que optamos por caminar por nuestra cuenta y hacernos responsables de las consecuencias de nuestras elecciones; la libertad conlleva responsabilidad. ¿Cuáles son nuestras prioridades?

Isabel del Río

Diciembre 2011