Allí por un Junio de sofocante calor nació una lunática cáncer que quiso conmocionar a quienes la rodeaban.
Primero decidió no llorar, cuando el doctor palmeó su trasero no dejó salir sonido alguno de sus pequeños y finos labios. Más tarde, viendo que el silencio no era suficiente, empezó a hacerse oír, pero nadie la atendió, así que gritó, pero su orden y mando tampoco se hizo escuchar.
Un día, como por arte de magia, una nueva forma se presentó ante ella, los que la ignoraban se reunieron a su alrededor y complacida sintió que su mensaje había llegado a todos. Pero a la mañana siguiente lo habían olvidado.
Ella se preguntó cómo podía hacer permanecer la palabra y su abuelo puso un libro entre sus manos.
La locura os habla desde las letras, ¿Escucháis al cuentista? La demencia pica a los pórticos de vuestra conciencia, abridlos, no temáis, os mostrará aquello que, invisible, os acuna, lo que sólo una pequeña chiflada puede percibir.