Foto Jorge Gil |
Mariana
Enríquez (Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar
del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de viajes, perfiles
–como La hermana menor, acerca de la escritora Silvina Ocampo: «Enríquez ha
sabido recrear una época especialmente interesante de la vida cultural de
Buenos Aires» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); «Un libro revelador»
(J. E. Ayala-Dip, El País)– y colecciones de cuentos: en Anagrama han aparecido
dos de ellas, Los peligros de fumar en la cama: «Relatos espléndidos. (...) Una
gran escritora» (Nadal Suau, El Mundo); «Unos cuentos impresionantes» (Llucia
Ramis); y Las cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países y
galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría «Literatura
en lengua castellana»: «Goza de un merecido reconocimiento. La escritura posee
cualidades como la condensación y una sugerente frialdad. Una prosa con peso
específico» (Carlos Pardo, El País); «Se apoya con inteligencia en los maestros
para crear un mundo narrativo muy propio» (Edmundo Paz Soldán); «Excepcional»
(Marta Sanz). Su obra ha recibido un aplauso unánime: «Toma un rasgo que
reconocemos en Cortázar y lo exacerba: lo podrido y maléfico de la vida
cotidiana, la rajadura por la que se filtra un fondo de irracionalidad donde
chapotean cuerpos entregados a sus excreciones y palpitaciones» (Beatriz
Sarlo); «Un prodigioso cruce entre la reescritura de ciertas tradiciones y esa
lucidez atroz que llamamos mirada propia. Compartirla con los lectores es
motivo de fiesta» (Andrés Neuman).
(Texto
extraído de la biografía incluida en la web de Anagrama)
TÍTULOS COMENTADOS:
Los
peligros de fumar en la cama
Las
cosas que perdimos en el fuego
Nuestra
parte de la noche
La
hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo
EDITORIAL: Anagrama
Este es
el mar
EDITORIAL: Random House
SINOPSIS y ENLACES
Los
peligros de fumar en la cama
Una
niña desentierra en el jardín unos huesos que resultan no ser de un animal; la
bucólica escena veraniega de unas chicas que se bañan en un paraje natural
acaba convertida en un infierno de celos de inquietantes consecuencias; un
mendigo despreciado siembra la desgracia en un barrio pudiente; Barcelona se
transforma en un escenario perturbador, marcado por la culpa y del que es
imposible escapar; una presencia fantasmal busca un sacrificio en un balneario;
una chica siente una atracción fetichista por los corazones enfermos; un
rockero fallecido de un modo atroz recibe un homenaje de sus fans que va más
allá de lo imaginable; un chico que filma clandestinamente a parejas haciendo
el amor y a mujeres con tacones altos caminando por las calles recibe una
propuesta que le cambiará la vida...
Las cosas que perdimos en el fuego
El
mundo de Mariana Enríquez no tiene por qué ser el nuestro, y, sin embargo, lo
termina siendo. Bastan pocas frases para pisarlo, respirarlo y no olvidarlo
gracias a una viveza emocional insólita. Con la cotidianidad hecha pesadilla,
el lector se despierta abatido, perturbado por historias e imágenes que jamás
conseguirá sacarse de la cabeza.
Las
autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de
violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las
uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados
por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta
que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo,
que sólo tenía nueve años; hikikomori,
magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios
abandonados o encantados... En estos doce cuentos el lector se ve obligado a
olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos
que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una
trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan
por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la
culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un
terror tan hondo como verosímil.
Nuestra parte de la noche
Un
padre y un hijo atraviesan Argentina por carretera, desde Buenos Aires hacia
las cataratas de Iguazú, en la frontera norte con Brasil. Son los años de la
junta militar, hay controles de soldados armados y tensión en el ambiente. El
hijo se llama Gaspar y el padre trata de protegerlo del destino que le ha sido
asignado. La madre murió en circunstancias poco claras, en un accidente que
acaso no lo fue.
Como su
padre, Gaspar está llamado a ser un médium en una sociedad secreta, la Orden,
que contacta con la Oscuridad en busca de la vida eterna mediante atroces
rituales. En ellos es vital disponer de un médium, pero el destino de estos
seres dotados de poderes especiales es cruel, porque su desgaste físico y
mental es rápido e implacable. Los orígenes de la Orden, regida por la poderosa
familia de la madre de Gaspar, se remontan a siglos atrás, cuando el
conocimiento de la Oscuridad llegó desde el corazón de África a Inglaterra y
desde allí se extendió hasta Argentina.
El
lector encontrará en estas páginas casas cuyo interior muta; pasadizos que
esconden monstruos inimaginables; rituales con fieros y extáticos sacrificios
humanos; andanzas en el Londres psicodélico de los años sesenta, donde la madre
de Gaspar conoció a un joven cantante de aire andrógino llamado David; párpados
humanos convertidos en fetiches; enigmáticas liturgias sexuales; la relación
entre padres e hijos, con la carga de una herencia atroz; y, de fondo, la
represión de la dictadura militar, los desaparecidos y, más adelante, la
incierta llegada de la democracia, los primeros brotes del sida en Buenos
Aires... El terror sobrenatural se entrecruza con terrores muy reales en esta
novela perturbadora y deslumbrante, que consagra a Mariana Enríquez como una
escritora fundamental de las letras latinoamericanas del siglo XXI.
La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo
La
escritora argentina Silvina Ocampo es una de las figuras más exquisitas,
talentosas y extrañas de la literatura en español. Hija de una familia
aristocrática, autora de libros que, al decir de Roberto Bolaño, parecen
provenir de «una limpia cocina literaria», en torno a ella se han urdido mitos
que envuelven no solo su obra, revalorizada con entusiasmo en los últimos años,
sino también su vida privada: la particular relación que tenía con su marido,
Adolfo Bioy Casares; su cambiante y chismosa amistad con Jorge Luis Borges, que
cenaba cada noche en su casa; sus presuntos romances con mujeres, como la poeta
Alejandra Pizarnik o la madre del propio Bioy; sus perturbadoras premoniciones;
sus ambiguos conflictos con la olímpica Victoria Ocampo, su hermana mayor.
En este
libro, Mariana Enríquez, a través de una enorme cantidad de fuentes
bibliográficas y testimonios de amigos, críticos, parientes y albaceas de
Silvina Ocampo, cuestiona los mitos, descorre el velo sobre los secretos y mira
con una intensidad única la vida de quien vivió con el afán de permanecer
oculta. El resultado es el retrato emocionante de una mujer entrañable y
oscura, inteligente y suavemente perversa, dueña de una imaginación desaforada
(y de unas piernas espectaculares), a quien hoy se considera una de las mejores
cuentistas del Río de la Plata.
https://www.anagrama-ed.es/libro/biblioteca-de-la-memoria/la-hermana-menor/9788433908063/BM_36
Este es el mar
Helena
es fan de la banda Fallen. Una abeja más de un enjambre de jovencitas cuya vida
se vuelve macabra y sórdida. Giras, sobredosis, carpetas con cuatro mil
quinientas horas de archivos, amores enfermizos, aislamiento. Una lucha alocada
por convertirse en la fan más fiel. Chicas que mueren con la foto de su ídolo y
el estómago lleno de pastillas.
Ritos
de pasaje, adolescentes fanatizadas con estrellas de rock, inframundos donde
conviven seres que han complotado para que Kurt Cobain, Sid Vicious y Jim
Morrison mueran repentinamente...
OPINIÓN
La
oscuridad se cierne sobre sus frases, del mismo modo que una ironía afilada y
sin ánimo de ser observada nos estalla en la cara.
"Los
fantasmas son reales. Y no siempre vienen los que uno llama."
En sus
antologías de relatos, Mariana Enríquez brilla, como una de sus mujeres ardientes,
llama la atención a gritos, mientras a ti se te ponen los pelos de punta
pensando quién o qué podrá escucharlos.
"La
extraña porque ya sabe que está muerta. Los animales tienen una percepción que
nosotros perdimos."
Desde
fantasmas, sacrificios y casas encantadas, a dioses lovecraftianos y realidades
mordientes que son demasiado reconocibles. Los
peligros de fumar en la cama y Las
cosas que perdimos en el fuego son dos libros imprescindibles para quien
quiera adentrarse en el universo de la autora.
Con Nuestra parte de la noche, Mariana afila
sus tabúes y fetiches, y recupera personajes e imágenes de sus mejores relatos.
"No
sentimos con la piel, hijo, sentimos con el cerebro. El dolor está en el
cerebro."
Por
ejemplo, revive La casa de Adela, relato
que ya podíamos encontrar en Las cosas
que perdimos en el fuego. Este cuento de terror urbano y domofílico reaparece
en la novela con algunos cambios y con el hijo de Juan, Gaspar, como personaje
protagonista de la acción, motor activador y amigo de los niños de la historia
original.
"La
puerta se cierra detrás de él y, si alguien intentara empujarla, sería inútil.
No es el candado ni el cemento lo que la mantiene sellada. "
Mariana
es periodista cultural y, cuando continuamos con las lecturas, descubrimos
hasta qué punto se nutre de la historia de Argentina, del vaivén de la
humanidad, de la cultura y del arte, de personajes como Silvina Ocampo y
aquellos que la rondaron —el escritor Adolfo Bioy Casares y su gran amigo Jorge
Luis Borges, por ejemplo.
Si
tenemos un momento para deleitarnos con la biografía que escribió sobre la
autora argentina, no podemos evitar reconocer las semejanzas entre la vida y
rarezas de Silvina Ocampo y los personajes de sus relatos y de Nuestra parte de la noche. La casa de
campo y el edificio propiedad de la familia, con un piso para cada hermana; la
historia entre Silvina y su hermana Victoria, la imagen de ambas juntas, su
contraposición en las distintas bellezas y formas de pensar; la hermosura de
Bioy y sus aventuras con otras mujeres, el poliamor que ambos parecían
mantener, la bisexualidad y los celos de Rosario en la novela, Silvina en la
realidad…; la oscuridad que los rodeaba en muchos sentidos.
Paralelismos
entre la realidad histórica y los personajes, paisajes y sucesos de la novela
de Enríquez, en la que aparece también el niño que perdió las piernas en las
vías del tren, como en uno de sus relatos, o el amor por la música de
Silvina-Rosario, en contraposición a la ignorancia hacia la misma por parte de
Bioy-Juan.
"La
costanera sur con sus escaleras y faroles, las glorietas, totalmente vacía, los
carritos de choripanes cerrados, las tres de la madrugada en Buenos Aires y
caminar sobre el pasto y tocar las hojas de los árboles con la punta de los
dedos, poca luz salvo la luna, tres cuartas partes del universo son oscuridad,
había dicho su padre, y Gaspar entendía, el universo era noche... "
Referencias
históricas, literatura, música, arte, que no sólo dan forma al universo por el
que se mueven los personajes, sino que nos invitan a transitarlos con ellos y a
buscar ésas referencias, a empaparnos de ese mundo, a leer a los mismos poetas
que Juan y Gaspar, o escuchar su música mientras contemplan un cuadro de
Escher.
Y es
que la música es tan importante en su obra que no sólo podemos encontrarlo en
sus relatos, como en aquél en que dos jóvenes deciden exhumar y devorar los
restos de su cantante predilecto, sino por su novela corta Este es el mar, donde nos abordan ninfas, sirenas y estrellas. Cómo
nacen los dioses, de dónde nacen las voces de las musas que los empujan a la
leyenda y hacia el final, ¿es amor o enfermedad lo que sientes cuando te duele
el corazón al mirarlos? Una novela corta que nos habla de leyenda antigua y
moderna, mezcladas y confundidas, con reminiscencias a ondinas y otras
criaturas que quisieron llegar a ser amadas por aquellos a los que debían
devorar.
Apagones,
militancia, dictadura, pobreza, esclavitud, VIH, arte, música, drogas,
ocultismo, poesía...
"La
Oscuridad estaba abierta y la noche no estaba cerrada".
Los
personajes de Mariana, ya sea en sus relatos o novelas, están vivos y recorren
las calles dando aliento reviviendo estampas pasadas, como en Ese verano a oscuras.
Juan y
Gaspar, padre e hijo, dos caras de la misma moneda, ambos torturados y
disfuncionales, ambos de una belleza que irradia extrañeza, pesadillas vivas
con un pasado en común y un futuro ineludible. Una novela en que, su primer
capítulo, es sublime.
"Eso
era ser huérfano: tener cajitas de cenizas y no saber qué hacer con ellas.
"
Leer a
Mariana Enríquez es entrar en la crónica de un mundo oculto, de una realidad
ignorada frente a nuestras narices.
"El
Paraná tiene remolinos: se dice que son los muertos que viven bajo el agua y
buscan compañía... "
Enlace a la reseña de Ese verano a oscuras:
http://laodiseadelcuentista.blogspot.com/2020/01/resena-de-ese-verano-oscuras-de-mariana.html
Isabel del Río
Julio 2020