La locura os habla desde las letras, ¿escucháis al cuentista? La demencia pica a los pórticos de vuestra conciencia. Abridlos, no temáis. Os mostrará aquello que, invisible, os acuna, lo que sólo una pequeña lunática puede percibir.
martes, 10 de marzo de 2020
Reseña de “Las Furias”, de Katie Lowe
Título: Las Furias
Autor: Katie Lowe
Traducción: Virginia
Maza
Editorial: Siruela
SINOPSIS
En 1998, una chica de dieciséis años —vestida de blanco y
meciéndose en un columpio— aparece muerta en el elitista colegio femenino Elm
Hollow, emplazado en una pequeña localidad costera con un tenebroso pasado
vinculado a los procesos por brujería del siglo XVII.
Un año antes, tras la muerte de su padre y su hermana en un
trágico accidente, Violet comienza sus estudios en la prestigiosa institución,
donde enseguida se siente fascinada por tres de sus compañeras y por su
carismática y misteriosa profesora de arte, quien la invita a formar parte de
un selecto y secreto grupo de clases sobre mitología. Muy pronto, la figura de
las furias, divinidades romanas de la venganza, empieza a ejercer tal
magnetismo sobre las adolescentes que estas se ven arrastradas sin control
hacia su lado más oscuro. ¿Hasta dónde llegarán para protegerse mutuamente... o
para destruirse?
Con su impecable dosificación del suspense, el estremecedor
debut de Katie Lowe desarrolla una adictiva historia en la que la novela de
iniciación y sus ritos de paso conjugan con el mejor thriller.
OPINIÓN
Este libro cayó en mis manos con el lema “es la nueva
Shirley Jackson”, así que no pude evitar lanzarme a por él y si, por respeto a
la verdad, he de decir que no se parece a la autora mencionada más arriba,
también he de confesar que me ha enganchado y me ha sorprendido el final.
Lowe juega con las brujas y el misterio, pero no tiene el
tono de Shirley Jackson, ni lo trata en torno a los mismos aspectos, ni
siquiera la crítica social —que esta obra también tiene a raudales— es la
misma; tampoco son autoras del mismo tiempo, por lo que el espíritu de su época
se deja entrever en su narrativa.
Pero no parecerse a Shirley no le resta valor, pues tiene su
propia voz, su propia manera de ver la magia y el terror que preexiste en la
realidad cotidiana, y sus propias reivindicaciones.
En especial me ha encantado su forma de documentar al lector
sobre la brujería y el poder innato de las mujeres, esa fuerza más visceral que
aparece cuando reclamamos venganza o justicia, ya sea por nosotras o por
nuestras amigas; por nuestro akelarre.
La mujer como bruja, como diosa, como demonio, como víctima y como agresora.
«Les enseñaré todo lo
que sé y todo lo que mis predecesoras han sabido: la fuerza de las mujeres
llevadas por la ira, los destinos que tenemos reservados y las furias que
poseemos. Les ayudaré a desplegar las alar y a sacarles los ojos a los que nos
miren; les enseñaré a quemar con fuego justo y a purificar el mundo a través
del conocimiento. Les hablaré de belleza, venganza, locura y muerte, y si lo
calcinan todo y vuelven a empezar, cuanto más, mejor.»
Su forma de iniciar, así como el tono de sus musas, me ha
recordado a Las Vírgenes Suicidas;
las protagonistas y sus primeros cameos con la brujería me han llevado de
cabeza a la película Jóvenes y Brujas;
y la relación de la protagonista y Robin me hacía volver una y otra vez —con
imágenes y frases— al videojuego Life Is
Strange. Pero más allá de estos toques, que le han dado color y rostro a
personajes y escenas, las cuatro jóvenes, sus situaciones personales y a las
que se ven abocadas, son todo un misterio que deberéis descubrir.
¿Creéis en la magia y la brujería? ¿Pensáis que las Furias
pueden acudir ante vuestro grito de venganza? O, como Violet —la protagonista—,
¿pensáis que todo es fruto de la imaginación híper-excitada de la infancia y la
adolescencia, un mundo con leyes propias que determinan los sucesos en torno a
tus propias creencias? Ya me diréis que opináis del final de la lectura.
Recomendado a l@s que busquen un thriller diferente, a l@s
amantes de las brujas y aquell@s que disfruten de una historia de adolescentes
con muy mal leche.
Isabel del Río
Enero 2020