Hace once años, cuando escribí La Casa del
Torreón en mi primer portátil, no imaginaba el fenómeno que podía desencadenar,
ni aquello que podía nacer de esas puertas que se entreabrían y mostraban otros
mundos, tan parecidos al nuestro, pero con diferencias tan aterradoras y
sustanciales.
Me apasiona pensar que las historias
continúan más allá de nosotros y que, a veces, descubrimos ese devenir en otras
aventuras, desde los ojos de otros personajes.
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