Aprovechando la primavera y luna llena de
junio —luna llena en géminis, la tercera más importante del año— celebramos nuestro
enlace en plena naturaleza. La ceremonia se inició en la hora solar, pero los
novios entramos en el círculo en la hora de venus.
La noche anterior realizamos un ritual para
cargarnos con la luna y pedir permiso a los espíritus de la zona, así como
invocar a los antepasados que nos acompañarían al día siguiente. Vimos
descender el sol al tiempo que una luna bailarina se alzaba tras las copas de
los árboles y los espíritus descendían con las últimas luces del ocaso.
Después de casi 19 años juntos, fue una
declaración de amor y de intenciones, algo hermoso que atesorar. Fue un momento
precioso con un ritual escrito por mi misma, una mezcla entre la unión de manos
celta, con el ritual de los puntos cardinales y los cinco elementos, y otros
toques animistas, donde los espíritus de la naturaleza, los antepasados y la
madre tierra nos acompañaron.
Gracias a todos los que participasteis en ese
día tan especial y a los que os quedasteis con nosotros para seguir al día
siguiente —también a los que no pudisteis acudir, pero estabais ahí en esencia.