Muchos me preguntan el porqué de mis tatoos.
Símbolos que algunos relacionan con lo que no son, y que otros imaginan una
moda o algo relacionado con un grupo musical.
Más allá de esas hipótesis, el símbolo de mi
mano es Saturno, y a pesar de que hay quien relaciona al planeta, a veces
llamado "la bestia", con el diablo, su título se debe a su doble
significado. Un planeta que habla de dolor, de sufrimiento y oscuridad, pero
también de sabiduría, crecimiento y poder. Saturno habla de aceptar y reconocer
que todos tenemos sombra, un lado oculto que nos atemoriza y muchas veces
avergüenza, pero que es parte de nosotros y conforma el ser que es nuestro Yo.
El espíritu de este planeta nos habla de la resiliencia y la capacidad de
superar el dolor, el abandono, la soledad más extrema en pos de una nueva vida,
trabajada, con nuestro bagaje en digestión.
Por eso llevo a Saturno. Para aceptar mi
reflejo tenebroso y a mí misma. Para dejar de cargar con mi pasado y poder
asimilarlo como parte de lo que fue y lo que soy. Para mirar adelante, en busca
de luz, con el poder que da haber estado en la oscuridad.