TÍTULO: El
Cuaderno de Aroha
AUTOR: Francesc Miralles
EDITORIAL: Destino
Justo
hace un par de noches que terminé un libro al que tenía muchas ganas, pero que,
por acumulación de tareas, se había convertido en un verdadero Señor de los Anillos –incluyendo El Hobbit y El Silmarilion-, y eso que apenas supera las 150 páginas.
El Cuaderno de Aroha cayó
en mis manos gracias a su autor, Francesc Miralles, un gran amigo quien, después
de varios días de acoso persistente, me trajo un ejemplar, el cual prometí leer
en breve para darle mi opinión (sé lo que debéis estar pensando: ¡¡MENTIROSA!!
Y por ello pido perdón).
A pesar
de mi tardanza, soy de esas personas que creen que las cosas ocurren por algún
motivo y las lecturas llegan justo cuando las necesitamos. Y eso es lo que me
ha pasado con Aroha.
A mí me
ha llegado en un momento difícil, con muchos cambios, decisiones complicadas y
presión continua. Este fue uno de los motivos, sino el más importante, que me
llevó a tomarme la lectura de Aroha como mi momento de meditación diario.
Este es
un librito que ofrece consejo y mensaje con cada página. Por ello, durante su
lectura, vas aprendiendo junto a los personajes y es muy recomendable dejar un
tiempo de reflexión entre cada capítulo.
Yo
establecí una rutina, me preparaba un té, leía un capítulo y me sentaba a pensar
sobre lo que “realmente quería transmitir” –o yo creía que quería transmitir-, además
de la trama en la que se ve envuelto su protagonista.
Me
sentí muy identificada con la primera Aroha, la del diario, y me encantó
reconocer a buenos amigos en los personajes principales de la historia, algo
que sin duda me ayudó a meterme de pleno en el hotelucho de playa en el que
transcurre la mayor parte de la narración, y en los sentimientos de Josan y
Muriel, así como a escuchar más claramente a ese Pepito Grillo tan especial que
es Francesc, susurrándonos al oído: Deja de preocuparte y vive. La realidad son
las personas.
Un
libro lleno de buenos ratos y pequeñas lecciones, aconsejado para todas las
edades y públicos, y en especial para viajes en transporte público, pues es una
lectura agradable y amena con capítulos muy cortitos.
Isabel del Río
Barcelona, junio 2013