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lunes, 7 de febrero de 2011

Santa Gadea, 25 años de coro



“Nos reunimos para disfrutar, porque nos gusta cantar y estar entre amigos”

Isabel del Río Sanz, Barcelona, domingo 6 de febrero del 2011

Diez de la mañana, el coro de Santa Gadea se reúne a las puertas de la Iglesia parroquial de Sant Andreu de Palomar, para ensayar antes de la misa de celebración de Santa Águeda. Hace un día estupendo, el frío de la mañana aún se clava en la piel, pero el cielo está límpido y despejado.

Entramos a la Iglesia, completamente desierta, y subimos por una escalera oculta a la izquierda que da al coro del palomar. Todavía no han llegado todos los miembros, los presentes charlan entre ellos animadamente y se mueven de un lado a otro con las chaquetas puestas para entrar en calor. Joan Cebó, el pianista, instala el sonido, mientras Antonio de Villasante, el director, los reúne a todos para hacer calentamientos de voz. Yo me siento a un lado para escucharlos. Los rezagados llegan y se unen al juego. Cuando están todos, cada uno se coloca en su lugar: bajos, tenores, contra-altos y sopranos, y Antonio, aunque todos le llaman Toni, empieza con el ensayo.

Toni es director de la coral de Santa Gadea, del Centro Castellano y Leonés de Barcelona, pero también es profesor de la Royal Society School of Music y Director de Euphonia Mundial, además de director en las corales de Vilanova y la Geltrú, Comarruga, Cunit… En un descanso aproveché para acercarme y preguntarle por el grupo de Santa Gadea: “El cambio de director afectó mucho a la coral, casi desapareció. Cuando llegué a penas quedaban cantantes, pero ahora estamos remontando. Los antiguos constituyen la base y los nuevos nos dan vida. Estoy muy orgulloso de lo que están consiguiendo.”

La coral de Santa Gadea es un grupo heterogéneo formado por personas de edades y gustos diversos. Aseguran que los ensayos son duros, se reúnen todos los fines de semana e incluso algún día entremedio, además de las prácticas en solitario. Pero todos coinciden en que no hay nada más gratificante que cantar todos juntos en un evento, da igual donde sea: fiesta regional, pueblo, misa, o en la propia casa a la que pertenecen.

El miembro más joven de la coral es Ana Zurdo, de 24 años. “Empecé con 12 años, pero llevaba desde los 10 ensayando, la verdad es que he perdido la cuenta”, se ríe, “la coral lleva unida desde hace 25 años y hará 2 que entró Toni y empezaron a llegar los nuevos miembros”. Ante la pregunta de por qué lo hace, a pesar de lo duro que debe ser para ella asistir a todos los ensayos, ya que estudia y trabaja, responde: “Lo hago porque me gusta mucho, pero también porque estudio logopedia. La carrera es muy teórica y en cambio la coral es la práctica de mis estudios.”

Abajo, la gente ocupa los bancos y la misa empieza. El director da la señal y sus voces se elevan, todos en los bancos y en el púlpito enmudecen, incluso las imágenes de las paredes escuchan. Me gustaría aplaudirlos por su pasión, su valentía y su amor a la música, pero me contengo y escucho el silencio que se crea justo después de que mueran sus voces.

Tras la misa todos se salen a la calle y prosiguen la festividad con bailes y trajes regionales, para concluirla reuniéndose en el Hogar del Centro Castellano y Leonés.