¡¡Tengo Web!!
www.santosdelrio.com
Un beso,
Isi
La locura os habla desde las letras, ¿escucháis al cuentista? La demencia pica a los pórticos de vuestra conciencia. Abridlos, no temáis. Os mostrará aquello que, invisible, os acuna, lo que sólo una pequeña lunática puede percibir.
¡¡Tengo Web!!
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Un beso,
Isi
Buenas noches a todos amigos, lectores y compañeros de letras,
Aquí os dejo las bases del certamen que hace unos meses anuncié: I Premi Relats Ovelles Elèctriques.
¡Animaos y participad!
Un abrazo,
Isi
PD: Shhh... No se lo digáis a nadie, pero soy parte del jurado.
—Soy yo, Astrid. He venido a ver como está y a traerle unos libros.
Un zumbido mecánico me indica que puedo pasar. Subo los escalones que quedan al fondo de la gran sala sin ascensor. Poso mis pies en ellos, uno a uno, estudiando sus imperfecciones, todos de piedra, pero cada uno con alguna impureza que lo hace distinto del resto. La fachada del edificio me había engañado, la han restaurado hace poco y al entrar tienes la sensación de estar viajando en el tiempo. Me dedico a contemplar los distintos felpudos piso por piso, puerta por puerta: un gatito sonriente, un “welcome”, un Sol rojo,… El atardecer se cuela por las ventanas, tiñendo de rojo y violeta las viejas paredes del edificio surcadas por arrugas agrietadas en su piel vainilla. Finalmente llego al tercer piso. La señora Valette me espera en la entrada, la luz ilumina su rostro pálido y ojeroso, está más delgada y parece cansada.
—Hola mi vida, que alegría —me da dos besos contenta al verme.
Me hace pasar. La casa está completamente en penumbra.
— ¿Te apetece un té? —pregunta en susurros.
—Sí -respondo algo incómoda con la oscuridad —, he traído unas pastas.
Entramos en la cocina, grande pero estrecha, y enciende la luz de la campana para poder ver al calentar el agua.
—Señora Valette, ¿por qué está a oscuras? —pregunto sin poder reprimirme.
—Coloca las pastas en un platito, allí, en ese cajón —me indica el mueble blanco al lado del microondas —. Llevo unos días con jaqueca y no puedo soportar la luz —explica.
—Lo siento, si quiere me voy, no quiero molestarla.
—No cariño, no —me coge del brazo, reteniéndome, casi suplicante —. No sabes lo feliz que me ha hecho que vinieras.
Cojo un plato color hueso con flores doradas y coloco las pastitas en forma de flor, pétalos de almendra y chocolate. La tetera silva al hervir el agua y la señora Valette la retira del fuego llenando una teterita de cerámica que tapa con cuidado.
—Ya lo llevo yo —digo al ver que coloca en una pequeña bandeja plateada dos tazas a juego con la tetera y el platito de pastas.
Sonríe sirviendo el té y guiándome hasta el comedor.
A un lado del lúgubre salón una mesa circular de roble barnizado nos está esperando con un mantelito blanco de puntilla decorándola que parece hacerla resplandecer en la negrura.
—Siéntate —me indica encendiendo unas velas que coloca sobre la mesa —. Bueno, ¿y por qué has venido?
Muerde una galletita y se relame golosa sus finos labios.
—A ver como estaba. Hacía días que no se pasaba por Babilonia y temía que pensara que estoy enfadada —Sus vivos y brillantes ojos verdes me observan —. También le he traído unos libros —digo sacándolos de mi bolso y dejándolos junto a su taza de té; no sé porqué razón me siento cohibida —. Son las antologías poéticas que pidió.
Asiente complacida y los hojea distraídamente. De vez en cuando dirige sus dedos a su sien derecha y la masajea en círculos frunciendo el ceño.
—Yo… —Una ramita de té da vueltas y vueltas, girando en un torbellino de aguas embravecidas —No dejo de tener visiones, estoy preocupada.
Al fin se interesa por mí, eleva la mirada y deja los libros. Siento que mi corazón acelera y mi estómago se encoje, estoy nerviosa, más de lo que debería, conozco a la señora Valette, pero algo me hace estar intranquila en este ambiente cargado y oscuro.
—Nadie te habló nunca de tus dones, ¿verdad? —pregunta conocedora de la respuesta —. Conocí a tu padre cuando era un niño, era un chico muy especial, guardaba dentro un horrible secreto, algo que no compartía con nadie y que le corroía las entrañas. Tu padre sufrió mucho, no sé el qué, pero sí sé que fue terrible, y esa experiencia le abrió a un mundo que le asustaba casi hasta enloquecer. Si no hubiera tenido el apoyo incondicional de tu tío no habría sobrevivido —da un sorbo al té, lo saborea, se aclara la voz y continúa —. Tú también viviste algo horrible mi niña, y eso ha hecho que la sensibilidad que ya había en ti despertara de forma grotesca.
—Pero el otro día sentí que estaba allí, estaba en el pasado… y después vi mi cuerpo, desde arriba… sentí mucho dolor, creía que mi cabeza iba a partirse en dos y… esas cosas me ocurren más al tirar las cartas —no soy capaz de levantar la mirada de mi taza, me siento mal, como si la acusara de lo que me ocurre.
—Es normal —responde ella. Sorprendida la miro con los ojos muy abiertos, ahora la sala parece más iluminada, ¿cómo puede decir tan tranquila que sus cartas me causan esos episodios? —. Cuando tiras las cartas abres las puertas de tu subconsciente, dejas que todo fluya y los recuerdos regresan a ti vívidamente; son cosas que bloqueaste —come otra galleta. Se obliga a detenerse de vez en cuando, como si las palabras resonaran demasiado y magullaran sus oídos, a pesar de que hablemos en susurros —. Cuando las cosas estén en su sitio, cuando te descubras a ti misma, el dolor cesará —explica.
—Pero no puedo aguantarlo… —mis manos empiezan a temblar derramando el té sobre el platito de porcelana.
—Tienes que aprender a controlarlo, a no temer tus dones —dice recogiendo mis manos entre las suyas, acariciándolas y calentándolas —. Yo te ayudaré, te enseñaré lo que sé, todo mejorará.
Salto de la silla y, de rodillas sobre el parqué, la abrazo por la cintura. Ella da un respingo, no sé si de dolor o sorpresa. Después acaricia mi pelo, relajándome. Su olor a violetas y naftalina me tranquiliza. Tararea una canción, como una nana, que me transporta a un lugar mejor, un lugar que recuerdo sin haberlo conocido.
Ahora sí creo que todo puede mejorar.
Lunes, 17 de marzo de 2008
Finalmente ayer no fui a merendar con la señora Valette, si no viene hoy tendré que pedir permiso a tío Bernard y pasarme por su casa mañana. Después de la reacción de Noa a mi extraño episodio me quedé muy preocupada, no por mí, sino por él. Tío Bernard me contó que a mi padre ya le ocurrían estas cosas cuando era niño y, como vio que exaltarse no servía de ayuda, había decidido actuar de distinta manera conmigo.
—Te ayudaré a encontrarte y a seguir adelante, y mientras buscas estaré aquí, protegiéndote —dijo abrazándome al verme claramente afligida —. Yo hablaré con Noa, es inteligente y abierto, lo comprenderá.
Eso dijo, pero Noa no me había dirigido la palabra en todo el día. "Paciencia, necesita tiempo para digerirlo", repetía una y otra vez tío Bernard, pero yo creo que el problema está en otro sitio: en cómo me ve.
— ¿Y qué piensas tu de la historia? —pregunta Tánit redactando el borrador del trabajo.
— ¿Cómo? —Frunce el ceño, ha vuelto a pillarme despistada —Ah, sí, sí, muy bien, muy interesante —respondo; la verdad es que ni siquiera he llegado a leerlo entero.
—Astrid, no podemos hacer el trabajo si tienes la cabeza en otra parte —sigue mi mirada que yo creía perdida —. La parte más complicada ya la tenemos hecha, si quieres escribes tu tú opinión y otro día las ponemos en común, ¿qué te parece? —Asiento, no se merece que me comporte así, pero el trabajo es lo que menos me importa ahora mismo —. Es muy guapo —dice sorprendiéndome.
Vuelvo en mí y me doy cuenta hacia dónde apuntaban mis ojos, su diana era Noa.
— ¿Te gusta Noa? —pregunto con la boca abierta.
—Bueno, un poco —se sonroja —. Es un chico muy amable y simpático, además de guapo. Tienes suerte de que con su edad se fije en ti.
— ¿Qué? —Debe pensar que hay algo entre nosotros —Sólo somos amigos, ¡eh!
Me observa, cree que le estoy mintiendo. Se quita las gafas, sus ojos negros son profundos como pozos, hipnotizantes. Sonríe y se las vuelve a poner.
—Ya veo —cierra la libreta —. Pues tienes suerte de que sea tu amigo, los chicos de su edad no se juntan con las chicas de la nuestra. ¿Sabe ya a qué universidad irá?
Es cierto, Noa tiene 17, el año que viene será su último curso en el instituto y tiene que ir pensando qué quiere hacer con su vida.
—No te preocupes —dice Tánit como si leyera mis pensamientos —. Se nota que te quiere mucho, como amiga, no pasará de ti.
Aquella mueca extraña y ensayada, mala réplica de un gesto de alegría, se dibuja en mi rostro.
—Sí, supongo —respondo —. ¿Te apetece un café? Vamos, te invito a mi casa.
Tánit recoge las cosas guardándolas, ordenadamente, en su mochila y bajamos las escaleras de Babilonia.
— ¿Ya estáis? —pregunta tío Bernard.
—Casi —contesto —. Subimos a casa a tomar un café.
—Bien hecho, hay que reponer fuerzas. Tenemos galletas en la despensa —se despide con la mano.
Al salir siento la mirada de Noa clavada en mi nuca, cuando trato de sorprenderle ya ha desaparecido de nuevo en la trastienda.
Buenos días amigos y lectores,
Aquí os dejo el link para poder visitar el ADN de
http://www.adn.es/pdf/ADN-2008-10-21-LRI.pdf
Un beso,
Isi
Buenas noches a todos,
Ya de vuelta en Barcelona os escribo para agradeceros vuestro apoyo en Logroño. Doy las gracias a Emilio del Río por su presentación y ayuda, a los dueños y miembros de Santos Ochoa por ofrecerme su preciosa librería y sus atenciones, a los medios que vinieron a cubrir el acto, y a todos aquellos que se pasaron por la celebración.
También he de disculparme porque empezara más tarde, pero a veces hay inconvenientes y uno no puede saltarse el protocolo.
Aquí os cuelgo entonces las fotografías que conseguí y un par de links de dos de los diarios donde apareció una mención a la presentación al día siguiente, en cuanto tenga más aquí mismo os las dejaré.
Pilar (una amiga de Logroño que vino a la celebración) y yo antes de la presentación
Con Emilio
http://www.larioja.com/20081018/cultura/presentacion-libro-casa-titeres-20081018.html
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20081018/rioja/presenta-libro-casa-titeres-20081018.html
Un abrazo,
Isi
http://llegirencasdincendi.obolog.com/
Buenas noches amigos y lectores,
Mañana, a las 21h, entrevistaré a Marta Biarge, autora de Petra, en el programa Llegir en cas d’incendi
http://llegirencasdincendi.obolog.com/
Podréis escucharnos en el 102.4FM o desde la página Web de la radio:
http://www.alternativabarcelona.com/principal.htm
Un abrazo,
Isi
En Barcelona
Barajo, mezclo las cartas entre las manos, sintiéndolas, me gusta ver como los soles dorados dibujados en su dorso parecen sonreírte cuando las mueves rápidamente; corto y hago tres montones.
—Pasado, presente y futuro —digo en voz alta dando la vuelta a la carta que hay sobre cada montón.
— ¿Has aprendido otra forma de tirarlas?
Tío Bernard me contempla sonriente desde el umbral de la puerta de mi habitación.
—Sí, esta se supone que es más fácil y rápida. No sé, voy probando —observo los dibujos y vuelvo a mirarle a él -. ¿Has visto a la señora Valette últimamente?
Tío Bernard niega con la cabeza.
—No, y empiezo a preocuparme, nunca se había ausentado tanto —la felicidad se borra de su cara.
—Quizá piensa que estoy enfadada por como me habló el otro día —comento —. Podría ir a su casa con unas pastas para tomar el té por la tarde, eso la alegraría, ¿no?
Asiente complacido y saca su cartera del bolsillo trasero de sus tejanos.
—Toma —me extiende un billete de cinco euros —. Ah, por cierto Astrid —dice cambiando de tema —. Estos días que no tienes clase me gustaría que me ayudaras en la tienda, por supuesto te daría una propina, ¿qué te parece?
—Claro que sí —respondo, me gusta ayudarle en Babilonia —, pero no hace falta que me pagues, para eso tienes a Noa, ¿no? —Los ojos negros de Tánit asaltan mi mente —Pero el lunes no podré —me mira sorprendido —, tengo que hacer un trabajo para “Refuerzo y técnicas de estudio”, una compañera vendrá a estudiar a la librería.
—Muy bien —contesta —, lo primero es lo primero.
Y nuevamente alegre desaparece camino a la cocina.
Mi atención regresa a las cartas, me concentro en los dibujos, pero sólo veo colores mezclados, neblinosos, imágenes ofuscadas que se apelotonan en mi cabeza, las sienes empiezan a palpitarme; duele, duele mucho…
—Mamá —La luz de su mesilla de noche se enciende y la veo, despeinada y tapada hasta el pecho con la sábana, junto a ella, mostrando su torso peludo y desnudo, está Arman.
— ¡¿Qué quieres ahora Astrid!? —ruge molesta.
—Hay un hombre en mi habitación, ¿puedo dormir contigo? —pregunto asustada.
— ¡Astrid, no! Ya hemos hablado de esto mil veces, ¡vete ahora mismo a la cama! Que no tenga que repetírtelo —grita señalándome con el dedo índice de su siniestra.
—Pero mamá, hay un señor, tengo miedo de que me haga daño… —los ojos empiezan a arderme y las lágrimas corren por mis mejillas.
— ¡No hay nadie en tu cuarto! ¡Deja de inventarte cosas! —La vena de su cuello se hincha y palpita frenética por la rabia — ¿Cuándo vas a crecer y dejar de comportarte como una cría? Casi tienes once años, por el amor de Dios.
Arman ni se inmuta al verme llorar, alarga el brazo y apaga la luz. En la oscuridad puedo ver como su tenebrosa figura hace desaparecer la de mamá bajo su peso.
Salgo del dormitorio y miro el mío al fondo del pasillo. Él me espera allí, no hay prisa, permanecerá acechando cuánto sea necesario. Me acurruco junto al marco de la puerta del cuarto de mi madre, oigo sus suspiros y los muelles de la cama.
—No sé que le ocurre —escucho al cabo de un rato —, antes no era así, era casi normal, pero desde lo de su padre… —silencio.
— ¿Por qué no te deshaces de ella? —pregunta la voz grave y profunda de Arman.
—No podría, es la niña de Ivan —responde mamá.
—Exacto, de Ivan.
Abrazo mis rodillas y me balanceo suavemente de alante atrás apretando mi frente contra ellas. Siento sus ojos sin luz vigilándome, tiemblo por el frío y el pánico que me produce estar allí sola; porqué estoy sola.
El timbre de la puerta me devuelve al mundo real. Mi habitación todavía está lejana, y la niebla hace que me cueste regresar. No siento mi cuerpo, allí abajo, sentado en la cama. Noa aparece con la caja de Catan en sus manos, palidece al verme. Grita algo y se acerca a mi envoltorio dejando el juego sobre el edredón color hierba, balancea el cascarón. Tío Bernard entra corriendo y también se acerca a mi cuerpo. Noa sigue gritando, no sé el qué. Entonces sus ojos color tierra me encuentran, eleva la vista y me mira fijamente.
—Vuelve Astrid —me dice Bernard sin mover los labios —. Por favor, regresa conmigo.
Siento la mano de Noa en mi hombro, ¿está llorando?
— ¿Qué ocurre? —pregunto confusa.
Tío Bernard sonríe.
—Ya nada, tranquila —me da un pañuelo y limpio la sangre de mi nariz
— ¿¡Cómo que nada?! —Noa parece estar fuera de sí — ¡No puedo más! —Grita — ¡Esto no lo entiendo! Astrid estaba ida, ¡joder! ¿¡Y eso no es nada?! ¡Os comportáis como si todo esto fuera normal!
Lagrimones, como gruesas gotas de lluvia, resbalan por su rostro haciendo círculos negros en su camiseta gris.
—Vamos Noa, tranquilo —dice tío Bernard acercándose a él.
Noa le separa de un manotazo. Me mira, pero todavía no soy capaz de decir nada coherente. Sale corriendo y un portado le despide.
Ahora podéis participar directamente en el programa de radio barcelonés Llegir en cas d'incendi. Sólo tenéis que ir al blog Participar en cas d'incendi, especialmente creado para sus oyentes, y colgar allí todo lo que queráis, siempre que tenga que ver con el mundo literario.
http://participarencasdincendi.obolog.com/
Animaos.
Isi
Buenas noches a todos, amigos y lectores,
De aquí a una semana, el viernes 17 de octubre, tendrá lugar en Logroño, en la librería Santos Ochoa de
La presentación correrá a cargo del Portavoz del Gobierno en
Todos aquellos que podáis acercaros estáis más que invitados.
Un abrazo muy fuerte,
Isi
Sábado, 15 de marzo de 2008
En Barcelona
Las cortinas amarillas ondean con el viento matinal. Me tapo hasta la nariz con el edredón; ha refrescado. El sol empieza a despuntar, mi habitación de paredes grises en penumbra se colorea, veo sombras bailando en el techo, en la puerta cerrada a los pies de la cama.
Finalmente, ayer, el cumpleaños de Noa fue alegre y divertido. Exilié la visión y sus palabras al baúl de los recuerdos y haciéndome la despistada procuré que la fiesta fuera eso y no un velatorio. Noa parecía muy feliz, y el estúpido enfado que arrastraba desde que se fue de casa desapareció al ver como reían juntos él y Blanca. A pesar de mi gran actuación sé que tío Bernard se percató de que me había ocurrido algo, pero tampoco lo mencionó.
Los sábados se levanta a las ocho, pero son las siete y ya se ha duchado, está preparando tortitas y eso, me temo, significa que quiere que me quede sentada a la mesa más de cinco minutos; quiere hablar.
Me levanto perezosa, me gusta cuando el ambiente es frío y las sábanas parece que te estén abrazando. Me estiro, la espalda me cruje, siento un tirón en el cuello, debo haber dormido en una mala postura. Abro la puerta y salgo al pasillo, tío Bernard me saluda desde la cocina:
—Buenos días Astrid, lávate la cara y ven a desayunar.
Entro en el baño y hago lo dicho. Unas ojeras gris-azuladas bordean mis ojos.
—Qué fea estás —me digo a mi misma. Me doy un par de palmadas en las mejillas y fuerzo una sonrisa; no mejora.
Camino pesadamente hasta la cocina y dejo caer mi peso en la silla que ya he hecho mía.
—Mmmm… —refunfuño como buenos días.
Tío Bernard ríe.
—Eres simpatiquísima por las mañanas, ¿eh? —Vuelvo a hacer ese gesto extraño ensayado ante el espejo del baño —Déjalo, prefiero tu mala cara mañanera, así das miedo.
Mejor, así no tengo que esforzarme.
—Oye Astrid, tengo que hablar contigo, pero por favor, déjame que te lo diga todo antes de reaccionar, ¿vale?
Me pregunto cómo narices se puede hacer eso.
—Vale —farfullo.
Tío Bernard sirve las crepes, pone rodajas de plátano por encima y un chorrito de chocolate. Coloca los platos en la mesa junto a una taza humeante de té y se sienta en la banqueta, en frente de mí.
—Verás Astrid, tenemos un problema —No he de reaccionar —. No soy tu tutor legal, esa función es de tu madre, y eso significa que muchas decisiones que han de tomarse sobre tu persona la necesitan a ella, yo no puedo tomarlas —Sintomatiza tu ansiedad en el tenedor, eso es, lo coges y golpeas el plátano, lo pinchas, lo descuartizas,… buena chica —. Tu madre está muy enfadada conmigo porqué no acaté sus órdenes —Respiro profundamente y doy un trago a la infusión, me quemo la lengua, pero al menos eso me aleja de la imagen de Laura —. He encontrado una solución y ella está de acuerdo, pero antes de hacer nada quiero saber si a ti te parece bien — ¿Una solución? Levanto la vista del puré de plátano y la clavo en sus ojos castaños —. Me gustaría adoptarte —Adoptarme, ¿pero entonces nuestra relación cuál sería? ¿Él sería mi padre? No, yo ya tengo uno —. Ejercería como tu tutor legal y podría encargarme de las decisiones importantes hasta que cumplas la mayoría de edad.
Mi tutor, es decir, seguiría siendo Bernard pero sin tener que consultar con Laura. Una amplia sonrisa se dibuja en mis labios.
—Me parece bien —digo llevándome un trozo de crepe a la boca.
— ¡Genial! —Exclama —Hoy mismo llamaré a nuestro abogado y lo pondremos todo en orden.
—Al menos el día ha empezado bien —me digo untando mi dedo en el chocolate y chupándolo pensando en mi nueva condición de Lázaro sin Laura.
Buenos días,
Aquí os dejo las fotos que Javi, un amigo que siempre me lleva arriba y abajo en su coche, hizo anteayer en Ràdio Alternativa de Barcelona, en el programa Llegir en Cas d’Incendi.
Pronto podré colgar, en un medio u otro, los dos últimos programas, el de Viatje a Ítaca de Ràdio El Prat y el de Llegir en Cas d’Incendi, pero si queréis bajároslos para escucharlos, podéis hacerlo en “ràdio a la carta” de Ràdio El Prat y, el otro, en el blog del programa de Ràdio Alternativa
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Isi
Buenas noches a todos,
Sé que normalmente no hago recomendaciones, pero hoy he tenido la suerte de conocer a una escritora francesa, Annie Carrillo, que reside aquí, en Barcelona, y publicó con la editorial Beta su libro Le purquoi de la vie, y tenía que hacer referencia a ella y a su obra en el blog.
Para todo aquel que le guste la espiritualidad y leer en francés, este es su libro.
Podéis adquirirlo en Santos Ochoa de Fabra i Puig y en su Web.
Un abrazo,
Isi