También estoy en Facebook, Twitter, LinkedIn e Instagram
Isabel Del Rio, Isabel del Río Sanz, @IsabelDlRio y @miransaya
Terapias naturales y holísticas en ANIMA

domingo, 22 de mayo de 2011

Astrid, capítulo 59: Observándolo en la noche


Lunes, 6 de octubre de 2008

En Barcelona

No he pasado buena noche. Tío Bernard ha prestado su cama a Ernesto y ha pensado que la mejor solución era dormir conmigo, ¿cómo se le ha ocurrido? Aunque supongo que es normal, es mi tío, ¿qué mal hay?

Su cuerpo, caliente y fuerte, se mueve en sueños, buscando a alguien. Cuando al fin me duermo me despierto de golpe al sentir mi piel contra la suya, demasiado calor para un pijama adecuado.

Todavía de noche me levanto para observarlos. Ernesto ronca profundamente envuelto en las sábanas limpias que Bernard le ha proporcionado. Mario está acurrucado en el sofá, el oso junto a él, casi como una almohada. Me pregunto si estará dormido.

Me siento en la mesita del café y, con los brazos entre mis piernas, me encorvo para estudiarlo mejor. Se mueve y murmura algo. Las sábanas resbalan descubriendo su espalda desnuda. Del pantalón asoman unas marcas, ¿un tatuaje quizá? No, parecen unos lunares, pero forman algo. Mis dedos se acercan y se posan sobre ellos. Siento un calambre que traspasa las yemas de mis dedos y me erizo entera. Me aparto de él, ¿qué ha sido eso?

Vuelve a murmurar algo. Me acerco con cautela, me agacho y recojo mi melena a un lado. ¿Ha dicho mamá? Creo que sí, solloza y llama a su madre. Algo se rompe en mí, algo demasiado cercano.

La puerta de mi dormitorio se abre y veo la sombra de tío Bernard. Me alejo del cuerpo de Mario y hago ver que salgo de la cocina.

—¿Qué haces levantada? —pregunta todavía dormido.

—Tenía sed —respondo entrando en la habitación.

Rascándose la cabeza se dirige al baño.

Vuelvo a meterme en la cama. Todo huele a él, es horrible. Me acurruco en un rincón, donde la oscuridad todavía me oculta, y me cubro con la manta como si fuera una enorme crisálida. Cierro los ojos.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero oigo a tío Bernard y a Mario hablando. Ríen, charlan sobre rutas por la ciudad y toman café. Querría ser una más, poder acercarme y desayunar con ellos. Pero espero, sigo en la oscuridad hasta que la puerta me avisa de que todos se han ido y me he quedado sola con mis pesadillas.

3 comentarios:

Daniel Paniagua Díez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Daniel Paniagua Díez dijo...

He vuelto a leer tu blog y escribes estupendamente y el aspecto es impecable. También observo que has publicado un libro, confío en que vayan muy bien las ventas. También he publicado un libro recientemente y ya voy conociendo el mundo editorial y demás.
Un saludo desde León.
Daniel Paniagua Díez.

Mânes dijo...

Muchas gracias Daniel. He pasado mucho tiempo en un pequeño pueblo de Castilla y León y me hace ilusión leer tus palabras de ánimo. Un abrazo muy fuerte y, por favor, siéntete en tu casa. Suerte con tu libro ^^